Crisis del coronavirus

Un mes en primera línea de fuego en la guerra contra el coronavirus

Miles de sanitarios gaditanos luchan contra la pandemia desde que el pasado 5 de marzo se detectó el primer caso en Cádiz

LA VOZ

Hoy se cumple un mes desde que se detectó el primer caso de coronavirus en la provincia de Cádiz. Un mes de lucha, dedicación, vocación y reivindicación de un sector que hoy se hace imprescindible. Miles de sanitarios gaditanos se han convertido en este tiempo en héroes, de carne y hueso, que se sitúan en primera línea de fuego ante un virus aún desconocido. Médicos, enfermeros, auxiliares, celadores o técnicos con nombres y apellidos que siguen dando ejemplo de compromiso y empujando con mascarillas y trajes de astronauta para que esta guerra llegue pronto a su fin.

Sin caer en el desánimo y con cientos de horas de trabajo a sus espaldas, estos profesionales están convencidos de que esta guerra se contará como una gran victoria de los gaditanos. Estos son casi una treintena de ellos, que cuentan cómo afrontan estos días al frente del batallón sanitario de la provincia.

Rocío Jiménez. Médico UCI hospital Puerto Real

«Sólo espero no contagiarme yo y poder seguir curando enfermos»

La gaditana Rocío Jiménez es una de las intensivistas más reconocidas del Hospital de Puerto Real , con una amplia y dilatada experiencia a sus espaldas. Pese a ello, afirma tener «la sensacion de estar viviendo una película de ciencia ficcion. Personalmente soy una apasionada de mi trabajo. Por eso por un lado estoy contenta de estar en primera línea y sentirme útil. Veo que estoy aportando mi granito de arena y al mismo tiempo estoy viviendo un acontecimiento histórico. Tengo muchas ganas de trabajar porque desde un punto vista puramente profesional es un reto, ya que se trata de una enfermedad nueva que te obliga a procesar información continuamente y prepararte para estar al día». Por eso, para Rocío ahora «lo más importante es no contagiar y no contagiarme yo para seguir ayudando. No podría soportar no poder trabajar en estos momentos».

Sin embargo, no niega que «el día a día en la UCI es muy duro por la ropa que tenemos que llevar. Trabajar vestidos así es dificultoso. Hace un calor terrible, cuando llevas más de tres horas te dan mareos y sudas a chorros. Te agota. Pero en mi UCI tenemos una buena organización porque estábamos preparados para esto desde antes que llegara. Desde hace tiempo recibimos mucha formación sobre cómo vestirnos, organizamos planes por anticipado... ya digo, trabajamos bien, aunque obviamente cansa porque son turnos de doce horas muy agotadores».

En el plano personal no tiene ninguna duda al afirmar que prefiere «estar en el hospital que en casa sola. Nosotros somos potenciales contagiadores, por eso estoy aislada de mi hijo, de mi pareja. No veo a mi niño desde hace 20 días , que es lo que peor llevo. Él me dice que tiene muchas ganas de verme, que me va a dar un abrazo que me va a romper las costillas, pero creo que voy a ser yo la que le aplaste a él», dice sonriendo. Asegura también que le da reparo «hasta ir a comprar. Voy con guantes y mascarillas para proteger a los demás de mí. Es duro por eso, pero lo es para casi todo el mundo. No quiero pensar como están los compañeros de Madrid, Castilla o Cataluña. Aquí estamos relativamente bien. Los UCIs que no tienen el coronavirus siguen estando ingresados y se les atiende perfectamente». «Es duro humanamente porque ahora los pacientes no tienen visitas. Nosotros llamamos diariamente a los familiares para tenerlos informados, para tratar de aplacar la lógica angustia que están viviendo».

Finalmente, sobre la evolución de la pandemia y al preguntarle si ve luz al final del túnel, cree que «estamos un poquito planos en cuanto a la famosa curva se refiere. Cadiz ha empezado tarde y no está siendo una avalancha, no está experimentando esa progresión brutal. Pero sí creo que va a tener la resaca. Alcanzaremos y superaremos el pico alto porque las medidas de confinamiento son efectivas. Pero luego viene la resaca y que todos esos pacientes se vayan recuperando, sobre todo los de UCI, que necesitan más tiempo. Un par de meses por lo menos, aunque con menos intensidad, nos quedan todavía», asevera.

Cristina de Cózar. Enfermera Hospital Puerto Real

«Cuando vi la situación me ofrecí voluntaria para lo que hiciera falta»

Cristina lo tuvo claro desde el principio. Aunque su trabajo habitual es el de enfermera en Cirugía , en cuanto pudo se presentó voluntaria como refuerzo de la planta de aislamiento del Covid–19. «Voy donde haga falta», le dijo a su supervisora. Aún así, reconoce que «al principio llegas con algo de miedo, pero una vez que ha empezado todo y se aprende a mecanizar cómo hacer las cosas, te vas tranquilizando. Ya hemos podido establecer una cierta dinámica o rutina –dentro de que hay que improvisar porque es una situación nueva– y me siento muy segura. Se está haciendo muy buen trabajo».

La enfermera gaditana tiene claro que «hay que economizar el material dentro de lo posible. Yo no he ido ningún día a trabajar y me he encontrado sin material, porque tenemos todos mucha conciencia de no malgastarlo. Nuestra supervisora nos lo trae todos los días y nos da las pautas para que lo economicemos lo mejor posible. Hay que mirar por los medios de los que disponemos porque además es una forma eficiente y eficaz de atender con un mismo equipo a los positivos confirmados. Siempre cambiando guantes y calzos. Eso ayuda mucho porque atiendes a más pacientes». Cristina es consciente de que a nivel médico y organizativo están en un escenario nuevo, pero cada día comprueba de primera mano que «en planta se aprende rápido y tenemos buena capacidad de reacción, es la UCI la que se lleva la peor parte porque necesitan gente especializada».

Desde el punto de vista personal sonríe al comentar que la situación la lleva «superbien». «Me organizo muy bien con mis dos niñas. Llevo peor el follón de sus tareas que ir al hospital. Mi marido está en su trabajo localizado. Sólo ha tenido que ir puntualmente y nos organizamos muy bien. Tengo a mis padres que no los dejo salir de casa para nada y cada par de días les saco la basura, les echo un vistazo desde lejos y les hago la compra. Y ya está».

Sin duda, lo que peor lleva es la limitación que tienen a la hora de transmitir calor y cariño a los pacientes. «El enfermo suele llegar muy asustado y los equipos de protección ponen una gran barrera entre profesional y paciente. La gente es muy buena, tiene mucha paciencia con nosotros y se te parte el corazón al no poder demostrarle que debajo del astronauta está la persona».

Teresa Almagro. Enfermera del SAS en La Unidad Móvil de La Janda interior

«No es admisible que seamos el país con más sanitarios infectados»

Teresa Almagro es enfermera desde hace 34 años y actualmente trabaja en el dispositivo de apoyo Bahía de Cádiz, concretamente en la unidad móvil (ambulancia) de la Janda que tiene base en Medina y atiende Alcalá de los Gazules, Paterna y Benalup-Casas Viejas . Desempeña su labor en un espacio reducido que comparte con otros dos compañeros (un técnico en emergencias sanitarias y un médico) y el paciente con el que la mayoría de las veces están en contacto directo.

Frente al coronavirus disponen de seis EPIs (dos por talla o dos por profesional) que solo pueden usar en casos de alta sospecha. Para el resto del tiempo, tienen que resistir con guantes y una mascarilla FP2, que deben usar durante varias guardias, además de mascarillas quirúrgicas que «no son las más indicadas para estos casos». Ninguna protección más. Así que se han tenido que comprar monos impermeables para ponérselos sobre el uniforme, recurrir a donaciones y buscar por su cuenta las pantallas de protección. «Me me siento maltratada. No es normal, ni admisible,que España sea el país donde hay más sanitarios afectados. Deberíamos disponer de la protección suficiente para no correr el riesgo de contagio, tanto nuestro como de aquellas a quienes atendemos». Pese a sus reivindicaciones, Teresa no pierde el sentido del humor y recuerda que además de médicos y enfermeros, también «en primera línea y aliméntandose de la solidaridad de los ciudadanos» está personal de limpieza, mantenimiento y suministros, técnicos en emergencias...

«Espero que esto sirva para que nos demos cuenta de la importancia de los servicios públicos , que anteponen el bienestar de las personas sobre los beneficios de la empresa y que salgamos todos juntos para defenderlos, en este caso, la Sanidad Pública, porque nuestra salud es un derecho, no un negocio».

María Gómez. Gerocultora Residencia Fragela

«La solidaridad de los gaditanos está siendo increíble»

Desde hace años, María está entregada en cuerpo y alma a su trabajo de Gerocultora en la gaditana Residencia Fragela. Años de entrega, servicio, dejándose el alma en ayudar a las personas mayores que más lo necesitan. En estos días, en los que «esta crisis nos ha llegado de forma tan brusca, parece que estamos viviendo un mal sueño. Es una enorme sensación de tristeza el simple hecho de mirar por la ventana y ver todo vacío». Pese a ello, el ánimo no decae ni en ella ni en sus compañeros de trabajo, que han tenido que reorganizarse «para cambiar las rutinas de trabajo. Hemos reorganizado turnos y todo lo que ha hecho falta para atender a nuestros ancianos. Los hemos dividido en dos plantas para mantener las distancias de seguridad. Y la plantilla también. Y todos, desde la dirección a los trabajadores, hacemos lo que sea necesario. Nadie ha puesto la más mínima pega. Vamos todos a una». 

Destaca además, «la increíble solidaridad de la gente. Nos han donado muchísimas cosas, mascarillas, guantes, gafas... los gaditanos se están portando estupendamente», afirma.

Para María, lo más duro es haber tenido que suprimir las visitas de los familiares.«Ahora todos los días hacemos vídeollamadas con ellos para que comprueben que están bien. Lógicamente tampoco los podemos sacar a la calle, aunque afortunadamente tenemos un patio grande donde los bajamos un rato para que les dé el solecito. Los que tienen una demencia avanzada no son conscientes de nada, pero en algunos casos, los que están cognitivamente bien no acaban de entenderlo. Te preguntan si todo esto es verdad o no. Incluso te preguntan si estamos en guerra».

A nivel personal se organiza sin problemas cuando no está trabajando. « Mis padres viven solos y están bien , pero yo me encargo de llevarles comida y sus medicinas para que no tengan que ir a la farmacia ni al supermercado. Somos cinco hermanos pero todos están fuera, por lo que soy yo la que se encarga, pero afortunadamente están perfectos. Mi padre es más consciente de lo que ocurre, pero a mi madre costó más convencerla de que no puede salir a la calle. Ahora me manda una lista y fotos de lo que necesitan y yo se lo compro», comenta con una sonrisa.

Álvaro García. Médico extrahospitalario en Arcos

«Cuando vamos a un domicilio sólo valora al paciente el médico para ahorrar materiales EPI»

Cuando alguien se encuentra tan mal como para necesitar una ambulancia en su domicilio, son los médicos de urgencias los que llegan a la primera línea de contacto con el paciente. Son por ende los primeros en enfrentarse a posibles casos de coronavirus. Uno de esos médicos de urgencias y atención extrahospitalaria es el doctor Álvaro García Simino.

Este gaditano que trabaja en Arcos de la Frontera, reconoce que esta situación «es una forma de trabajar nueva y distinta en la que nos tenemos que adaptar sobre todo a un trabajo de información telefónica a pacientes y familiares».

Cada día, García Simino se sube en una ambulancia para llegar a un domicilio en el que no sabe bien si va a tender a un paciente positivo con COVID 19 . «Nosotros trabajamos mucho en la incertidumbre. Cuando nos llega el aviso del 061 tenemos que ir con preparados con todo el material aunque sea un simple caso de tos porque no sabemos si puede ser positivo en coronavirus».

Con todo, el galeno reconoce que «la mayoría de casos que nos encontramos son casos sospechosos que por fortuna no son positivos en COVID 19. Cuando vamos a un domicilio solo valora al paciente el médico para ahorrar materiales EPI, además no podemos hacer una atención generalizada sino que tenemos que ir a lo concreto de lo que sufre el paciente» explica.

Sobre la situación en la provincia, García Simino entiende que «estamos en una tensa calma. Hay que mantener una alerta constante porque nunca nos hemos enfrentado a una situación así. No podemos bajar la guardia».

Esperanza Díaz. Enfermera Hospital P. del Mar

«Queremos hacernos los test para incorporarnos cuanto antes»

Esperanza Díaz es enfermera en una de las plantas más expuestas al contagio del Hospital Puerta del Mar de Cádiz . A pesar de ello, afronta la situación con tranquilidad, quizás porque en Medicina Interna están más acostumbrados a tratar con enfermedades como el coronavirus. «En Medicina Interna somos inmunes. De hecho, en nuestro control no se ha producido ningún contagio aún. Estamos más acostumbrados a este tipo de enfermedades», apunta esta profesional, que recuerda que hasta hace pocas semanas han estado tratando a pacientes con Gripe A, B o tuberculosis. «Es el pan nuestro de cada día», añade.

Quizás, para Esperanza lo peor son las condiciones de protección que tienen que seguir y que dificulta su trabajo, así como la presión psicológica que supone no contagiar a nadie en casa.

«Tengo una hija asmática, que además está siempre pegada a mí. Yo sé que si traigo a casa el virus, caemos todos. De ahí que el momento de entrada en el hogar es todo un ritual», relata.

Asegura que, en su caso, no le supone un problema acudir a su puesto de trabajo. « Nos mandan a casa por precaución y nosotros lo que queremos es hacernos los test, para ver que somos negativo y que podemos volver a trabajar. A nosotros nos gusta lo que hacemos, nos gusta nuestro trabajo», concluye con orgulloso esta sanitaria.

Ana Redondo. Auxiliar UCI Hospital de Jerez

«Cuidamos a los pacientes como si fueran nuestros padres»

«Quiero que todos los familiares sepan que cuidamos a los pacientes como si fueran nuestros padres». Así de emotiva y sincera se manifestaba Ana Redondo, auxiliar de UCI en el hospital de Jerez. Cuando empezó todo era como «que viene el lobo, pero no había llegado. Hasta que apareció el primer caso y entonces vimos la realidad del problema».

El principio fue un poco difícil para esta auxiliar porque «estaba muy saturada y agobiada con tanta información». Pero poco a poco, al empezar a trabajar el equipo de la UCI «se convirtió en una piña y vamos todos a una». Al principio tenía miedo, al empezar a trabajar con los pacientes, pero ahora, cuando llego a mi trabajo, me siento muy protegida». Ahora no ve noticias, porque «me han puesto muy triste»y se entera de las cosas por compañeros y amigos. Ha decidido desconectar.

«Cuando llego a trabajar, las noticias las dejo a un lado. Cuando llego sé que voy a trabajar mucho. Son pacientes que requieren mucho cuidado y hay que estar muy pendientes», asegura. Afirma que ha llorado mucho y aunque lleva muchos años trabajando en la UCI, «ahora mismo es una situación muy diferente. Me da mucha pena de los familiares, que no puedan tener contacto con los pacientes». Rechaza esas «noticias falsas que salen» que lo único que hacen es «hundir a las familias».

Con el tiempo se ha visto que en la UCI «tenemos material y mucho personal. Nos sentimos protegidos».

Enca Gómez. Enfermera Hospital P. del Mar

«La solidaridad de los pacientes te llega al alma y hace que saques de ti más de lo que puedes dar»

Después de 30 años como enfermera de Urgencias del Hospital Puerta del Mar de Cádiz , Enca afronta con optimismo este boom sanitario provocado por el coronavirus. «Es complicado porque las tasas de infectabilidad y mortalidad son altas, pero desde el centro se está actuando como un equipo y con previsión, adaptando con rapidez instalaciones y protocolos. Dentro de que nos enfrentamos a un virus desconocido, se está haciendo un gran trabajo», asegura la sanitaria, que agradece los ánimos de los pacientes.

«De lo mejor que me ha pasado fue un paciente que estaba muy malito y a pesar de todo me preguntó por la hora. Me dijo que si eran las ocho, porque nos tenía que aplaudir», relata sin poder contener la emoción. «La dignidad y la solidaridad de los pacientes te llegan al alma y hace que saques de ti más de los que puedes dar. Con cosas así, eres capaz de aguantar los EPI el tiempo que sea y no salir ni para ir al baño», asegura Enca, una enfermera de vocación, que se desvive por la profesión y por los pacientes. «En mi caso podría haberme acogido a una ley que me permite quedarme en casa, pero creo que a las personas que nos gusta la profesión, lo que queremos en estos momentos es estar ayudando en todo lo que podamos», afirma, a la vez que vaticina que a partir de ahora, viviremos de otra manera.

Gonzalo Domínguez. Médico Urgencias H. Jerez

«Damos las gracias a la sociedad por el apoyo que estamos recibiendo en estos días»

«Como médico de Urgencias damos las gracias a toda la sociedad por el apoyo que estamos recibiendo, con los aplausos en los balcones, quedándose confinada y ayudando a frenar la curva de esta situación nueva , así como los que aportan donaciones de guantes, mascarillas, pantallas protectoras… Y al resto de profesionales que continúan trabajando», afirma Domínguez.

«Estamos en una situación nueva que no habíamos tenido antes, un estado de alarma por una situación sanitaria y ante todo estamos, como médicos de Urgencias, ante un ejercicio de responsabilidad. En primera línea de batalla y lo primero es que estamos todo el personal a una porque creemos que somos parte de los que tenemos que ayudar a solucionar este problema. También estamos muy expuestos y la puerta de entrada es Urgencias. Tenemos miedo a estar expuestos a la enfermedad, a contagiarnos, no por nosotros mismos, sino a poder trasmitirlos a nuestros pacientes, que son lo que más nos importan, y también miedo a llevarlo a casa», afirma el doctor que trabaja en Urgencias del hospital de Jerez y que lleva más de tres semanas sin ver a sus padres , hermanos, abuelas y tías «y así continuaré después del confinamiento. Es una parte dolorosa en nuestra profesión. Por lo que en esta crisis lo único que hemos pedido son equipos de protección individual correctos y adecuados para no trasmitir a otros pacientes y así evitar los contagios», añade.

Ramón Vela. Médico Traslado Pacientes Críticos

«Esto pasará y habremos aprendido que en comunidad somos mejores»

El médico gaditano Ramón Vela atiende a recién nacidos en incubadoras, politraumatismos, enfermos con septicemias y personas intubadas con respiración mecánica. Todo ello, con el desafío que supone trabajar en los pocos metros cuadrados de la parte trasera de una ambulancia de soporte vital avanzado . «Gracias a esta característica de continua adaptación al medio ha sido relativamente fácil ajustar nuestra dinámica de trabajo a este nuevo escenario». En cuanto a la gestión de la crisis del Covid-19 por parte de las autoridades se muestra crítico y, –aunque ahora hay que estar centrado en contener la expansión del virus y salvar vidas–, cree que habrá que pedir explicaciones y responsabilidades a todos los niveles porque «sin duda los recortes en sanidad han tenido mucho que ver».

«Los profesionales no pueden realizar su labor como es debido por la falta de EPIs y recursos, tanto físicos como humanos». El gaditano se emociona con las muestras de cariño que reciben a diario. «Me han conmovido la solidaridad de nuestros barrios . Ver cómo se defiende desde los balcones al personal de sanidad, limpieza y comercios emociona y recuerda la importancia de mantener los recursos en estos sectores». El médico viñero quiere además agradecer el compromiso de la sociedad gaditana que está cumpliendo con la cuarentena y el confinamiento: «Mil veces gracias a quienes se quedan en casa estos días, a quienes dibujan sonrisas a su alrededor, a quienes aguantan el tirón sin resignarse. Esto pasará y habremos aprendido que en comunidad somos más y mejores . La solidaridad, la responsabilidad con el planeta y la vida en comunidad son los valores que nos salvan».

Enrique del Río. Médico Hospital de Villamartín

«Estamos en el mismo barco y corremos el mismo peligro»

Enrique del Río es internista y, junto a otro compañero, coordina la gestión del brote de Covid-19 en el Hospital Comarcal Virgen de las Montañas de Villamartín . Este sanitario, que cuenta con más de 25 años de experiencia, considera que este virus, «que sorprende como nada porque no te lo esperas cuando se complica», es lo más duro que se ha vivido en los hospitales de Cádiz. Lo compara con los años del sida, cuando «teníamos otra pandemia y la planta se renovaba cada dos semanas con el fallecimiento de pacientes jóvenes». Pero este virus es diferente a todo lo vivido, por su novedad e intensidad. «Afecta a todo el mundo por igual», recuerda.

Enrique del Río considera que el coronavirus «nos va a cambiar para siempre», especialmente en la gestión de los hospitales. «Posiblemente la cantidad de visitas que ha habido hasta ahora cambiará porque puede que no sea bueno; los hospitales no pueden seguir estando abiertos a entrar y salir cuando quieras», añade.

Casado con otra profesional sanitaria, reconoce que «el peligro de contagio está ahí» cuando vuelve a casa a ver a sus hijos, lo que le hace vivir estos días con ese doble temor. «Tampoco puedes dejarlos con los abuelos porque también los expones. Evitas los abrazos, el roce con los críos... y mantener la distancia», recuerda.

Este internista considera que la clave de la gestión del brote en la provincia, con la que se muestra optimista de cara a las próximas semanas, ha sido la solidaridad y el compartir conocimientos entre centros. Además, reconoce la labor de todos los trabajadores del hospital de Villamartín: «Estamos en el mismo barco y corremos el mismo peligro. Todos y cada uno de ellos forman un parte esencial en esto».

Inma Quiles . Enfermera Hospital Puerto Real

«Queremos que cada ser humano que ingresa sienta que no está solo»

Inma Quiles es enfermera en la planta de medicina interna del Hospital Puerto Real y una de las liberadas sindicales de CSIF incorporadas al trabajo desde el inicio de la crisis sanitaria. Quiles subraya que «ser enfermera es lo que me enorgullece, es lo que siento que debo hacer. Por eso, en esta crisis, he apartado mi actividad sindical para aportar lo que puedo hacer, que es estar al servicio de los más débiles, desde mi saber y mi corazón». Esta enfermera subraya que «en estos momentos es cuando más exige ese compromiso brutal con la profesión, por humanidad, por sensibilidad, por cariño y por ser justos con nuestros mayores. Por eso nos gusta ser enfermeros».

Quiles reconoce que el día a día «es a veces desolador y duro». En una planta de medicina interna, «todos los pacientes son susceptibles de estar ajenos al virus, pero todos son y somos probables portadores». Ella ys sus compañeros afrontan la situación añadiendo al equipo de las (escasas) mascarillas, guantes, y batas «nuestro traje de ilusión». La media de edad es de unos 60 años , «suelen ser abuelos que vienen con muchas patologías, a lo que se une el miedo, la sensación de vulnerabilidad». En esas circunstancias «los enfermeros aportamos nuestra humanidad, servicio y saber hacer». «Tenemos una voluntad enorme para que nuestros pacientes no sean sólo estadísticas, les hablamos por su nombre, les aportamos también cariño y apoyo, toda la profesionalidad que se pueda en estas circunstancias». Eso sí, no esconde que siguen necesitando más medios y ayudas por parte de las administraciones. «En estas circunstancias, una de las prioridades es que cada ser humano que ingresa sienta que no está solo».

Abel Saldarreaga. Médico UVI móvil de Barbate

«No somos héroes, si queremos que el sistema sanitario funcione deben tratarnos como profesionales»

Abel Saldarreaga desempeña su función de médico en una UVI móvil del puesto de Barbate. Reconoce que la pandemia ha traídos muchos cambios «tanto en cómo tenemos que actuar, con unos protocolos de actuación en continua actualización, como en la manera de gestionar la situación».

En ese aspecto, distingue entre los puestos intermedios de la administración sanitaria («no me gustaría estar en su lugar, están haciendo todo lo que pueden en una situación muy delicada») y los principales actores políticos («cuya actitud antes y durante está dejando mucho que desear»). Sin embargo, uno de los cambios positivos que sí ha notado ha sido en la actitud de la población, «que trata de arroparte más, entiende que estamos viviendo unas semanas muy complicadas, y eso se agradece».

Reconoce que cuando a las 20 horas escucha los aplausos «tengo que tragar saliva para no emocionarme». Saldarreaga se muestra muy crítico con el uso de la palabra «guerra» para definir lo que está pasando. «No me gusta porque en una guerra vale todo, y en la sanidad es fundamental organizar y respetar unos protocolos, llevarlo todo con orden». En el mismo sentido, sostiene que cuando se les llama ‘héroes’ «se nos deshumaniza, somos personas y si queremos que el sistema sanitario siga funcionando, nos tienen que tratar como tales». Cuando se le pregunta si tiene miedo a contagiarse, es claro: «Más que por mí, tengo miedo por lo que acarrearía en mi entorno: mis compañeros tendría que aislarse y generaría problemas en mi turno. Eso es lo que me preocupa del Covid-19».

Juan Miguel Iglesias. Celador en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz

Juan Miguel Iglesias es celador en las Urgencias del Hospital Puerta del Mar de Cádiz , una de las áreas a priori más complicadas, aunque, asegura, «la situación actual en los hospitales hace que sea duro cualquier servicio: rayos, cocineros, médicos, enfermeros, celadores... todos».

Este profesional sanitario está en aislamiento domiciliario desde hace unos días -por ello, a diferencia de los compañeros incluidos en este reportaje no ha podido enviar una fotografía trabajando-, tras haber estado en contacto con pacientes que se confirmaron como positivos en coronavirus. La falta de medios ha sido denunciada en varias ocasiones por los celadores y Juan Miguel sufre directamente las consecuencias. Ahora espera los resultados en una habitación de su vivienda, donde mantiene la distancia con su pareja y su hija. «Todo movimiento es milimetrado; siento más miedo por mi familia que por mí mismo» , admite.

«Siento más miedo por mi familia que por mí mismo»

Los sanitarios afrontan estos días «con mucha incertidumbre», aunque intentan transmitir tranquilidad a los pacientes. A veces no lo consigo y se me saltan las lágrimas de la impotencia» , reconoce. Juan Miguel Iglesias espera superar el periodo de aislamiento o recibir el negativo en Covid-19 para volver a trabajar junto a sus compañeros en el hospital.

Humberto Otero. Auxiliar en el Hospital de Jerez

«Echas de menos llegar a tu casa y poder darle un beso o abrazar a tu mujer y tus niñas»

Humberto Otero es auxiliar de enfermería, y trabaja en una de las plantas habilitadas en el Hospital Universitario de Jerez de la Frontera para atender a las personas contagiadas con Covid-19. «La situación con los Covid por ahora la estamos gestionando bien, lo que pasa que tenemos falta de material y, a veces, incluso de personal. Hay gente que se da de baja o personas a las que le da miedo trabajar con estos pacientes», explica. Reconoce que hay falta de materiales en ocasiones, y cree que se ha implantado un control «demasiado exhaustivo« sobre el uso que hacen los profesionales de estos productos: « Tenemos que firmar cada material que cogemos . Cualquier EPI o cualquier mascarilla FP2, tenemos que firmar como si fuese una hipoteca». Los equipos de protección individual se han convertido actualmente en poco menos que una reliquia: «Si tenemos que entrar a todos los confirmados, lo hacemos con un mismo EPI. Cuando estamos con gente que no está confirmada es incluso más complicado, porque tras cada atención tenemos que desvertirnos, tirar el EPI y vestirnos de nuevo».

Humberto Otero reconoce sentirse fuerte psicológicamente para sobrellevar esta situación. Esta situación tan excepcional también ha supuesto para los profesionales sanitarios un cambio en la forma de vivir su día a día. «Echas de menos llegar a tu casa y poder darle un beso o abrazar a tu mujer y tus niñas. Esto llegará mucho más tarde. Por ahora nos tenemos que conformar así», asegura Otero.

Natalia Silva. Enfermera Hospital Valme

«Impresiona el silencio y el ambiente de tristeza que hay en el hospital»

Natalia Silva es enfermera del SAS en el Hospital Virgen de Valme de Sevilla . Esta gaditana de 39 años, residente en Cádiz, se desplaza a diario a trabajar a la capital hispalense y asegura que «lo que más me impresiona es el silencio y el ambiente de tristeza que hay en el hospital. Desde el aparcamiento (ahora hay sitio libre siempre) hasta que entras en el edificio. La actividad frenética de un hospital durante todo el día se ha transformado en una madrugada que nunca acaba».

Además señala que «al entrar en el servicio de Urgencias hay una estructura de campaña que han montado ya por si es necesario habilitarla en algún momento de mayor demanda de asistencia. La puerta de cristal está resquebrajada por alguien que se enfadó más de la cuenta. Dentro hay pocas personas y todas calladas, con mascarillas puestas y guantes siempre, parece una trinchera».

«No voy a quejarme de la falta de material porque, aunque es cierto que es escaso, valoro mucho el trabajo enorme que -me consta- están haciendo desde los hospitales para intentar equiparnos de forma digna» asegura.

Cree que «lo único positivo que se puede sacar es la facilidad del personal para formar equipo y trabajar todos a una, con lo que tenemos, dando todos lo mejor que tenemos, cada uno al máximo. Desde los médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpieza... Hay momentos difíciles y de tensión, pero al final todo sale gracias al esfuerzo, a la suma de todos».

Félix Cantos. Admisión/Urgencias San Rafael

«Creo que el aislamiento será lo que acabe con el Covid-19»

Félix Cantos García, 53 años, es trabajador en admisión/urgencias de la clínica San Rafael y asegura que «aunque es una realidad y no paramos de ver noticias de gente infectada y muriendo por el Covid-19, hasta que no lo vives de cerca no te das cuenta de la magnitud que tiene la pandemia. Cuando te toca el servicio de urgencia, la cabeza empieza a hacer suposiciones, siempre negativas, el cuerpo se tensa y empiezas a mirar el reloj esperando que acabe el turno».

Así, indica que «cada vez que se acerca algún posible paciente ya empiezas a pensar cómo te puede contagiar. Un roce, una partícula de saliva, ya está la cabeza fantaseando. Todavía los expertos no tienen muy claro cómo es el contagio. Que si un metro, dos metros ¡qué tensión, dios! veo a los compañeros, celadores, DUES, médicos que tienen que acompañar al enfermo, (posible infectado porque tiene alguno de los síntomas). Mucha tensión y dudas hasta que llega el resultado del Puerta del Mar. Siempre pensamos en el posible fallo que podamos cometer».

Asegura que «hay muchos nervios durante la jornada laboral pero luego llega la hora de marchar y piensas que tal vez puedas llevarlo a casa y vuelven las dudas. Siempre pidiéndole al que está arriba que te ayude a dejarlo todo en el servicio de Urgencias. Aunque tengas cuidado, el uniforme en una bolsa, llegas a casa y te desnudas en el rellano de la puerta por si acaso, metes la ropa en la lavadora, lavas a 60º, te duchas... Esto todos los días, siempre tienes la duda del posible fallo. Las noches tampoco son buenas porque no duermo ni mucho ni bien pensando en lo mismo. Para volverse loco». Cree que «esto va para largo y cuando digo largo, hablo como mínimo de Junio . No creo que llegue la vacuna a tiempo aunque espero estar equivocado. Creo que el aislamiento será lo que acabe con el Covid-19».

Juan Pedro Gandolfo. Celador Hospital de Jerez

«Nosotros somos los primeros que contactamos con las personas contagiadas de coronavirus»

Juan Pedro Gandolfo es celador en el Hospital de Jerez de la Frontera. El sentir de este grupo de profesionales durante en esta crisis del coronavirus es generalizado: «Hablo en nombre de todos mis compañeros celadores. La situación la estamos viviendo fundamentalmente con miedo. No ya por la falta de material, que al final, aunque pongan pegas, siempre te lo dan. Pero sí que hay mucho miedo. Nosotros somos los primeros que contactamos con las personas contagiadas de coronavirus».

En el centro hospitalario jerezano trabajan actualmente cerca de 200 celadores. Su labor es fundamental para la correcta atención médica y sanitaria a los pacientes. Gandolfo reconoce que la situación actual le recuerda a lo vivido en los años 80 y 90: «Yo viví, por ejemplo, cuando los enfermos de Sida, que tenían tuberculosis, y llegabas a casa y no se podía darle un beso a tu hijo porque te daba miedo. Ahora hemos vuelto a una situación similar. Actualmente estamos desbordados».

Este celador reconoce que, esta crisis sanitaria, está haciendo mella en la gran mayoría de los profesionales : «Yo creo que a todo el que trabaja aquí en el hospital, las lágrimas le faltan. Cuando llegas a tu casa y te pones a pensar, es muy duro psicológicamente. Esto que estamos viviendo nos va a dejar secuelas a muchos seguro·.

Marta Valverde. Enfermera H. Puerta del Mar

«Al entrar en la habitación, dejamos atrás el miedo y sacamos la sonrisa»

La gaditana Marta Valverde se encuentra en primera línea de fuego del Puerta del Mar , viviendo un momento «agotador, muy intenso, en lo físico y por la carga emocional que conlleva». Por defecto profesional, mucho antes del Estado de Alarma decidió abandonar la casa de sus padres, que pertenecen por edad al grupo de riesgo, «y es que la ansiedad, el principal miedo, está en contagiar a los que están alrededor. Nosotros asumimos que podemos cogerlo y pasarlo, pero la angustia es trasladarlo».

Aceptó todas las precauciones ‘alarmistas’ del inicio y pronto se dio cuenta de que «no estábamos preparados para esto. Ni los profesionales sanitarios ni la población. Vamos aprendiendo a marchas forzadas y esa incertidumbre genera mucho estrés. Trabajamos al principio sin los medios adecuados, cambiamos protocolos en función de los recursos... Pero esta crisis ha servido para que aflore la solidaridad y se valore la Sanidad como algo verdaderamente necesario. Todo esto pasará, quiero pensar que cada vez queda menos, y sacaremos más cosas buenas que malas. Todos a una».

La humanidad sigue siendo fundamental, y más ahora. «Es muy difícil sentir la soledad de los pacientes. Somos como el soldado que va a la guerra, y aunque a veces piensa en la retirada, sabe que escogió ese camino. Por eso, cuando entramos en la habitación dejamos los miedos atrás y cruzamos la puerta con una sonrisa. Que aunque sea con mascarilla, al menos puedan verla en los ojos».

Manuel Beltrán. Médico del Hospital de Sanlúcar

«Creo que en la provincia tenemos capacidad de respuesta»

Manuel Beltrán es internista en el Hospital Comarcal Virgen del Camino de Sanlúcar . Desde hace un mes coordina la gestión del brote de Covid-19 en este centro sanitario de referencia para la Costa Noroeste. La forma de combatir el virus se actualiza constantemente y gracias a los profesionales sanitarios «la estamos escribiendo a diario».

Por ello, el Hospital de Sanlúcar ha puesto en marcha más de 30 sesiones clínicas con todas las áreas, en proceso de continuo aprendizaje y actualización de métodos y protocolos en el que la labor de Beltrán es clave. Además, dos veces en semana se realiza una conferencia con otros tres hospitales. «El ritmo es frenético», reconoce: «Cada día salen entre 20 y 30 artículos nuevos y cada mañana nos reunimos con la comisión, que somos pocos, para comentar las novedades y trasladárselas al resto de áreas».

Beltrán se muestra optimista porque, conforme pasan a las semanas, los especialistas conocen mejor cómo se comporta el virus.

Cádiz parte con ventaja respecto a otras partes de España , ya que «nuestros compañeros de Madrid nos han enseñado su experiencia y hemos podido planificar y no caer en los mismos errores», advierte el internista. «Creo que en la provincia tenemos capacidad de respuesta», concluye.

Mariluz Carmona. Médica UCI H. Puerto Real

«Lo más duro es que los familiares no pueden ver, hablar, ni siquiera velar a sus enfermos»

La vitalidad y el optimismo son las principales armas de Mariluz para afrontar «esta guerra, porque es una guerra» contra el coronavirus. Extirpa el negativismo a todas las cuestiones planteadas. Es una labor dura, sacrificada, pero con esa mirada limpia afronta mucho mejor las dificultades y es lo que transmite a sus pacientes. Esta gaditana de adopción de 32 años se enfrenta cara a cara en la UCI de Puerto Real al maldito virus con la esperanza de ver cómo le están empezando a ganar la partida. «Estamos aprendiendo muchísimo de esta nueva enfermedad».

No ha renegado nunca de la batalla. «Como experiencia personal es durísima. Por la situación que se vive, la expectativa de días anteriores sabiendo lo que podía venir, la falta de material en los primeros instantes... incluso se palpa un ambiente tenso. Pero a nivel intensivista es muy interesante y satisfactoria. Quizás otros te digan que prefieren quedarse en casa , pero uno de mis planes era irme a Madrid si no era necesaria en Cádiz. Y bajo ningún concepto quiero darme de baja».

Más allá de circunstancias particulares, lo más duro es «la situación en la que viven los familiares. Que sufren mucho al no poder ver o hablar con los pacientes. Y que no los pueden ni velar. No poder cerrar el duelo dejará secuelas en la sociedad». En los primeros días «fuimos muy valientes pensando que no nos podía pasar nada, y no contábamos con el equipamiento necesario. Ahora en la UCI no tenemos ese problema».

Esa 'armadura' resulta tremendamente molesta «y hacemos turnos con ella entre dos y tres horas». Calor sudor, agotamiento físico y mental que obliga a salir cada cierto tiempo «sólo para respirar aire fresco».

Ofrece un pronóstico: «nos queda un poco más de lo que la ciudadanía espera. Sobre todo a los que trabajamos en UCI, porque los pacientes tardan mucho en salir y luego necesitan una cuarentena incluso tras dar negativo». Y ello conduce a la reflexión: «Soy optimista. Saldremos de esto y nos enseñará mucho a nivel individual, no tanto como sociedad. Ahora se nos aplaude y eso nos enorgullece, pero hacía tiempo que denunciábamos los problemas en la Sanidad Pública. Un día normal ibas a Urgencias y te encontrabas la sala llena. Ahora vas y no hay nadie ».

Manuel V. Ramírez. Médico y director de centro de salud en El Puerto

«Mantenemos contacto telefónico con pacientes crónicos y personas que viven solas»

El director del centro de salud Pinillo Chico asegura que «estamos adaptándonos día a día porque nos encontramos en una situación inesperada donde tenemos que ir tomando decisiones sobre la marcha y con la información en caliente». Asegura que «este tipo de situaciones hacen que tengamos que agudizar el ingenio e ir adaptándonos poco a poco a lo que se nos va diciendo».

En el centro, señala, «hemos readaptado la asistencia sanitaria, haciendo mucha consulta telefónica y telemática a nuestros pacientes. Así, solo acuden las personas que previamente son citadas por sus respectivos médicos por algún motivo puntual».

Asegura que «sí que estamos contactando con enfermos crónicos y con personas mayores que están solas y que son frágiles. Muchas de ellas solo quieren hablar y parece que se tranquilizan cuando les llamamos y les preguntamos cómo se encuentran. Hay mucha gente que vive sola y su estado de ánimo flaquea en estos momentos, por lo que es muy importante mantener un vínculo con ellos».

No obstante, en el centro se siguen atendiendo a personas que acuden para alguna urgencia, «a las que se les hace una especie de triaje y se valora lo que tienen», para curas, seguimiento del embarazo o vacunas. También se siguen haciendo visitas domiciliarias y un seguimiento telefónico con pacientes de enfermedades crónicas.

En cuanto al personal del centro, «hay muchas personas que tienen hijos en edad escolar en casa y trabajan los dos fuera de casa, por lo que ofrecemos libertad de horarios para que puedan conciliar la vida laboral y familiar».

Luis Miguel Torres. Médico y profesor UCA

«El virus llegó más tarde a Cádiz y nos dio ventaja para prepararnos»

La llegada del coronavirus a la provincia ha sido más pausada y tardía que en otras zonas del país, lo que ha permitido a los hospitales gaditanos ganara algo de tiempo para preparar su infraestructura y hacer frente al ingreso masivo de pacientes.

El doctor, Luis Miguel Torres, profesor de Anestesia en la facultad de Medicina de la UCA reconoce, por un lado, que la población gaditana se está portando con responsabilidad en el confinamiento y, por otro, que los recursos sanitarios en Cádiz funcionan gracias a la ventaja que llevamos con respecto a otras provincias limítrofes. Destaca que se han aplazado hasta nueva orden las intervenciones quirúrgicas no urgentes, lo que ha favorecido la descongestión de quirófanos, UCIs y personal en hospitales como el Puerta del Mar.

Esta medida, entre otras, ha evitado la saturación de algunos servicios justo cuando Cádiz ha empezado a notar el impacto de la pandemia. Durante este tiempo, señala el doctor, se ha podido formar al personal sanitario para la actuación y cumplimiento del protocolo. Torres aclara que, por ahora, no hay saturación aunque sí mucho trabajo.

Juan Miguel Cabral. Técnico de rayos en Vejer

«Todos estamos para lo que haga falta, tanto en turnos como en funciones»

Juan Miguel Cabral es técnico de radiodiagnóstico en el centro de salud de Vejer, una de las localidades que de momento está manteniéndose a salvo durante esta crisis sanitaria, especialmente después de que las autoridades decidieran afianzar el aislamiento cerrando las carreteras de acceso a esta bonita población gaditana.

A sus 49 años, este gaditano lleva décadas haciendo placas de rayos a pacientes que llegan al ambulatorio con diferentes patologías. Pero desde que comenzó a propagarse el Covid-19 y las autoridades sanitarias pusieron en marcha el protocolo de actuación, su labor ha cambiado. «Ahora estamos todos para lo que haga falta, tanto en turnos como en funciones. El trabajo de radiodiagnóstico requiere protección con EPI porque hay mucho contacto, pero en la actualidad, solo se hacen si son urgentes», asegura. En caso de que sea necesaria alguna placa de radiodiagnóstico, el procedimiento también ha cambiado. Ahora son citados previamente y avisados para que lleven nada que tengan que quitarse para la prueba..

Juan Miguel asegura que los turnos de trabajo del centro de salud «se han ido adaptando a las necesidades». Señala que una de sus funciones ahora es seleccionar los pacientes que pueden entrar en las instalaciones, aconsejar que hagan sus consultas por teléfono. Dice que «al principio había más nervios. Ahora todo está más tranquilo».

Jesús Gálvez.Médico Centro de Salud de El Cuervo

«También se hace una importante labor médica a través del teléfono»

La llegada de pacientes al centro de salud de El Cuervo, localidad sutuada en el límite provincial entre Cádiz y Sevilla , es continua. Jesús Gálvez llevá más de veinte años como medico de familia en este centro sanitario y afronta la situación del coronavirus con cierto estoicismo ante la falta de medios para atender a la población.

El propio centro ha tomado sus propias medidas de autoprotección para evitar el contagio entre el personal sanitario y los propios pacientes. Nada más declararse la alerta sanitaria se optó por cerrar las instalaciones y pasar consulta desde la calle, es decir, una administrativa atiende a los usuarios a la entrada y filtra la atención al médico de turno, «aunque se está haciendo también una importante labor de gestión a través del teléfono».

Al centro siguen llegando los pacientes de toda la vida , pero ahora hay un perfil nuevo que si se nota cualquier síntoma de diarrea, mal cuerpo o fiebre no tarda un minuto en acudir. Gálvez señala al respecto que pacientes con un cuadro de estas características se están enviando al hospital para pruebas.

María José Sánchez. Enfermera Hospital La Línea

«Nuestros pacientes tienen el mismo riesgo de contagiarse que nosotros. Estamos preocupados»

María José Sánchez es enfermera en Especialidades Quirúrgicas en el hospital de La Línea. En su planta no están ingresando los COVID positivos pero sí se han registrado cambios. «Seguimos con la operatoria programada y se opera una especialidad cada día, dando prioridad a las patologías oncológicas y a las urgencias. Nuestros pacientes tienen el mismo riesgo de estar infectados que nosotros. Hay escasez de material, como en todos los hospitales aunque nosotros siempre nos hemos puesto guantes para trabajar y en enfermería siempre se ha potenciado mucho la higiene de manos. Lo único nuevo es el uso de mascarillas, que en nuestro caso sólo son quirúrgicas, no tenemos EPIs, que sólo están utilizando quienes están con los pacientes positivos», nos cuenta.

El ambiente de trabajo ha cambiado totalmente. Este hospital es muy grande y el trasiego está prohibido. La cafetería está cerrada y sólo abre unas horas para el personal de guardia. «Todo ha cambiado. Ahora te resulta extraño entrar en una habitación y ver al paciente y a un familiar con mascarilla puesta que traen ya de su casa. Quienes tenemos familia estamos preocupados. Venimos a casa con una ropa distinta a la del trabajo. Yo, directamente, antes de saludar a mi familia, me voy a la ducha».

M. G. I. Urgencias en Hospital San Rafael

«No es sólo una persona la que se va por un accidente. Son muchos»

M. G. I. es trabajadora de Admisión/Urgencias en San Rafael y asegura que «Hoy (el jueves] hemos vivido los nervios de la hija de una señora de la UCI , fallecida, y te das cuentas de que dentro de todos lo que está revoloteando en tu estómago y la pena que siente tu corazón, al ver a una persona rota, sin rumbo, bueno con el rumbo de querer ver a su mamá fallecida, te das cuenta de que a pesar de tus dolencias pasadas, de tus penas no vencidas, eres capaz de mantener la calma. Eres capaz de que se te salten las lágrimas, sin que ella se dé cuenta, y tranquilizarla. Y cuando sacas los nervios del estómago y ya no tienes lágrimas te das cuenta de que somos seres maravillosos, capaces de olvidar nuestros problemas, que al fin y al cabo son minúsculos al lado de esta catástrofe. Y no tienes miedo, sólo esperanza de que todo pase, y que no te salpique demasiado, aunque es difícil. No es sólo una persona la que se va por una enfermedad o accidente. Son muchos, un familiar, es un amigo, un vecino, son muchos los que se están marchando y todo está pasando muy deprisa. Algunos no sabemos cómo quedaremos después de todo esto. Ahora estamos montados en un tren, en marcha, pero cuando se pare, nos toca luchar con las secuelas».

María Luisa Rodríguez. Auxiliar H. Puerta del Mar

«Hasta que no han podido hacerme la prueba, con esa incertidumbre se pasa bastante mal»

María Luisa trabaja desde hace cuarenta y dos años en el hospital gaditano. Lleva unos días en casa porque empezó a presentar síntomas aunque le acaban de decir que en el resultado del test ha dado negativo. «La verdad es que tenía miedo porque no sabía lo que podía pasar. Hasta que no han podido hacerme la prueba, con esa incertidumbre se pasa bastante mal. Cuando me llamaron y me lo dijeron fui corriendo y le dí un beso a mi hija».

Hasta entonces su situación ha sido la de la mayoría de sanitarios. Máximo cuidado en casa por precaución. «Se hace difícil cuando llegas a casa y no puedes tener casi contacto. En mi situación además pues he estado aislada como he podido, manteniendo las distancias por si acaso».

María Luisa espera que esta crisis pase pronto aunque también pide que una vez superado no se olviden los problemas que tienen los profesionales sanitarios. «Cuando pase esto temo que volvamos a estar igual con falta de material y demás y entonces en vez de los sanitarios qué buenos, pues será los funcionarios que tenéis un sueldo». Y defiende la labor que están haciendo entre todos. «La verdad es que dentro de las dificultades que hay se está llevando bastante bien y estamos trabajando también más cómodas al haber menos visitas».

Desde su casa, a punto de reincorporarse de nuevo, lanza un mensaje de ánimo. « Hay que seguir adelante como sea . Vamos a salir. Nosotros ponemos de nuestra parte todo lo que podemos y estamos con las mismas ganas de siempre».

María Soledad García. Matrona Hospital La Línea

María Soledad García

«Nos empeñamos en que la mujer se evada del Covid-19 para centrarse en su parto y disfrutar del mismo»

María Soledad no está en primera línea del COVID-19 pero sí en un servicio esencial y muy vulnerable. Es matrona en el hospital de La Línea de la Concepción, donde toda precaución es poca. «En paritorio no trabajamos en contacto con el resto del hospital pero, al igual que en la mayoría de los hospitales, seguimos sin Equipos de Protección Individualizado (EPI) ni se nos somete a test a los sanitarios. El domingo estuve de guardia y lo que las compañeras me dieron fue una bolsa con tres mascarillas, dos gafas de protección y dos paquetes de guantes. Eso es la EPI que existe ahora en el paritorio de La Línea . Eso y nada es lo mismo», explica.

Para combatir la propagación del COVID-19, en este hospital se ha habilitado el tercer paritorio por si llega alguna embarazada con la enfermedad, aunque no también hay carencias: «En esa tercera dilatación no existe ninguna cura de reanimación. Llegado el caso de un parto de una mujer positiva en COVID, a ese recién nacido, si necesita alguna reanimación o cuidado del pediatra o la matrona, hay que sacarlo de esa habitación, pero no sabemos dónde. No sé qué tendría que hacer, sobre todo, rezar mucho para que cuando ese niño nazca esté perfectamente y ponerlo encima de su madre, aunque tampoco sabemos si ese niño puede tener contacto directo con la madre. Todo está un poco en el aire porque es una enfermedad muy reciente». Eso sí, las carencias, el miedo y la frustración las suplen con compromiso y ganas de trabajar «y de hacer bien las cosas. Intento protegerme lo máximo por mis pacientes. Seguimos atendiendo de la misma manera, con las mismas ganas y el mismo entusiasmo, intentando transmitir a las mujeres que, a pesar del distanciamiento que mantenemos, seguimos con el mismo cariño e intentando conectar con ellas para que su experiencia en el parto, pese a los malos momentos, sea muy positiva. Nos empeñamos en que la mujer esté lo más cómoda posible y que se evada del COVID para centrarse en su parto y disfrutar del mismo».

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