Eduardo Arboleda.
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entrevista

Eduardo Arboleda: «El mundo gaditano es hermosamente loco»

El sudamericano lleva seis años documentando tradiciones, hitos culturales y misterios en la provincia de Cádiz

jesús a. cañas
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Lo suyo es el trabajo de campo, «patearse los sitios», ver y vivir qué intrahistoria esconde un lugar. Ya jubilado, se puso una meta: documentar las manifestaciones antropológicas y culturales de la provincia de Cádiz. De eso hace ya seis años y, tras vivir en Arcos, ahora se propone averiguar los entresijos de Jerez. Lo cierto es que al sudamericano Eduardo Arboleda (antropólogo, 68 años) no se le escapa un detalle, desde un buen cante al fenómeno paranormal más horripilante.

–¿Por qué la provincia de Cádiz para documentar todas sus manifestaciones culturales y antropológicas?

–Porque en este espacio de Andalucía puedo encontrar muchas respuestas a interrogantes que se plantean en Hispanoamérica. En Cádiz se fraguo la independencia de las colonias con todo el espíritu de ‘La Pepa’, la misma que luego se traicionó aquí, quedándose solo con el folclorismo de bandoleros luchando contra los gabachos, más vítores a «vivan las cadenas».

El pensamiento moderno, ilustrado y progresista de esa época, pasó al otro lado del charco, aunque después Bolívar salió rana y entregó a Francisco Miranda.

A este último lo he estudiado en el Penal de las Cuatro Torres en San Fernando, en donde murió encarcelado. Por Cádiz entró a Europa, el alimento dado por los dioses: la papa. La misma que un sevillano malaje nacido en Viernes Santo, le cambio el nombre por patata para que no se pareciera a su Santidad el Papa. En la provincia gaditana se dice tortilla de papa o de papas. Porque en la provincia puedo estudiar, como así ya lo he hecho, al hombre antiguo del Tajo de las Figuras, o la Cueva del Higueral de Valleja (la Atapuerca andaluza), hasta un 'gadita' descolocado filosofando en un bar de la Viña, asegurando por su ‘mare’ tener a Franco guardado en manteca. El mundo gaditano es hermosamente loco. Si no andas con las pilas puestas puedes creer en Jerez que todos son familiares con eso de llamarse primos y tíos entre sí, o en Cádiz volverse majara dando vueltas tratando de encontrar una plaza de toros que no existe pero a la cual todo el mundo nombra.

–Ahora está en Jerez, después de vivir en Arcos, ¿cuánto tiempo cree que se necesita para poder hacer una radiografía completa?

–Las campañas o periodos de trabajo de campo duran años, en algunos sitios más que otros. Todo está en función de la complejidad de la población que se pretenda abordar. Sé de antemano que nunca alcanzaré abarcar toda la historia y realidad compleja de una sociedad como es Jerez o Cádiz, pero como los toreros tremendistas, me t iro al ruedo y voy a porta gayola. Todo lo máximo que me pueda pasar es que termine colgado de la veleta del Tío Pepe en Jerez, o en el Pirulí de Cádiz.

–¿Cómo consigue llegar al fondo de cada manifestación, cómo se consigue llegar al entrevistado o fuente?

–Tiempo, constancia, sinceridad y mucho respeto hacia las personas que se estudian son las claves para tener éxito en el propósito, más adaptarse a sus costumbres. En la provincia de Cádiz la realidad gira alrededor de una copa de vino. En la vida he bebido tanto como en mi estancia por estas tierras. No me quejo, peor es comer mono tití (se parece a un bebé), hormigas, culebra, buitre, como lo he hecho en Suramérica, o pescado podrido en Laponia, y mil guarrerías mas. Cosas del ‘curro’.

–De su experiencia, ¿qué distingue a Cádiz de otras regiones en cuanto a manifestaciones culturales?

–Las gentes de la provincia de Cádiz son muy especiales referente a los oriundos de las antiguas colonias. Aquí, el gaditano, sea del pueblo que sea, los concibe como componentes de la misma familia pero más negritos. Yo no imagino a dos gaditanos haciendo por las Américas el papel ridículo de Aznar y Felipe González, dando clases de democracia teniendo la casa sin barrer. Seguro que los gaditanos asesorarían de carnaval, trapicheos de Barbate, al ron le sacarían un Palo Cortado extraterrestre, montarían un chiringuito flamenco con cante de ida y vuelta, palmas, y bulerías.

«A medida que la ciencia investigue la muerte, podremos voslumbrar la fenomenología de ésta»

–Sus investigaciones destacan por adentrarse también en las leyendas y misterios, ¿cree que estos hechos culturales aún no son valoradas como tal?

–No solo en los misterios. Son muchos los campos en que las entendederas se tienen cortas. Se ha dado un gran paso social con el tema de la homosexualidad, pero aún hay mucha homofobia en el mundo académico que le cuesta considerar, por ejemplo, que la pareja más antigua hallada hasta la presente, que se encuentra en el museo arqueológico de San Fernando, puedan ser dos hombres. En todos los ámbitos sociales y culturales existen prejuicios. El hombre se distanció de esos seres que mal llamamos ‘animales’, cuando concibió la creencia en el ‘Mas allá’. A medida que la ciencia investigue la muerte, podremos vislumbrar la fenomenología de ésta.

–¿Se plantea otra forma de vida que no sea la vida nómada de antropólogo de campo?

–Si Gerald Brenan no hubiera estado una temporada larga en la Alpujarra granadina, no habría podido conseguir su obra. Yo soy un desertor de la tiza (enseñanza) y culo de mal asiento. No concibo la investigación antropológica sin mover el trasero. Hay que ir a las fuentes, patearse los sitios y echar muchas horas en los archivos. Supongo, por ser ley de vida, en algún momento iré a parar a una residencia y luego la palmaré. Al estar remojado en vino fino, oloroso y manzanilla, no me incineraran, me flambearán.

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