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Todos somos del PPP

antonio ares camerino
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Cuatro calles de tierra, un polvoriento carril sin acerado. Toda gran ciudad empezó siendo un villorrio, toda gran urbe se inició siendo cuatro casas a medio construir. Nada se cimenta desde la nada, y menos un núcleo de población. El proceso es cambiante y puede durar siglos. Cualquier intento artificial de ubicar un asentamiento de población en el lugar inadecuado está destinado al fracaso. Algunas colonizaciones tienen una lógica aplastante, el lugar estaba destinado a ello, pero otras surgen de manera espontánea, transgrediendo las leyes de ubicación urbana. Los pueblos, las ciudades, las urbes se conforman con los tres elementos fundamentales, imprescindibles y necesarios el uno del otro, que coexisten y sobreviven, que se superponen y se modifican, que se complementan y se necesitan.

Por un lado el elemento fundamental, las Personas. Imposible que una ciudad no se conforme a la medida y al rebufo de sus gentes. Ellas le dan su identidad, la modula en un estado simbiótico de complicidad. Son sus gentes las que le dan su carácter singular y la hacen única. ¿Imaginan a nuestra ciudad habitada por personas que no tengan ese carácter gadita? ¿Qué por sus calles deambulen personas que no lleven la gaditanía por bandera?.

Por otro lado está el Paisaje. Según el Convenio Europeo del Paisaje, éste se define como cualquier parte del territorio tal y como la perciben las personas, la población. Su carácter es el resultado de la acción y la interacción de factores y fenómenos naturales y los humanos. Toda aquella parte del terreno que se presenta ante el observador, aquello que se puede alcanzar con la vista. Lo que sentimos, olemos y percibimos en un instante. Aquello que se encuentra a nuestro alrededor y que limita con nuestra piel y nuestros sentidos. Lo que en un principio podría sernos ajeno, las personas nos hemos encargado de modificarlo a nuestro antojo. A veces con un carácter delictivo para generaciones venideras. Ningún paraje natural, ignoto y virgen, es el mismo desde el momento en el que el hombre coloca su primera huella. Su sola presencia lo modifica y lo perturba, lo cambia y lo altera, lo interesa a su antojo.

Por último el Patrimonio, que se define como aquello que le da un carácter de bien o valor susceptible de ser cuantificado, de contener un indicador económico. Pero lo cierto es que no todo aquello que lo conforma se puede considerar un bien tangible. Algunos se pueden cuantificar al céntimo de euro, otros son tan imposibles de tasar que corren el peligro de no se valorados en su justa medida.

Si aunamos de manera armoniosa esa triada conseguiremos crear una riqueza tangible, un caudal duradero de prosperidad. Gente amable, risueña, hospitalaria donde las haya y dispuesta a ofrecerte hasta lo que no tiene. Paisaje que se te pega como el salitre, luces que abarcan todos los colores del arco iris, rincones donde perderse en uno mismo es la meta. Todo al alcance de lo que nuestros ojos pueden ver, con un solo limite, el del horizonte done se confunde el celeste del cielo con el azul del mar. Y Patrimonio rico y antiguo, que se muestra en cada calle y que adorna cada esquina, que se huele y saborea, que se escucha y que se ve.

En Cádiz todos deberíamos ser del PPP.

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