Celebración del Corpus en Cádiz
Celebración del Corpus en Cádiz - l. v.
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Los misterios del Corpus de Cádiz

Una pugna medieval por el pan y el vino, origen de una celebración que en la capital gaditana cuenta con la salida de la Custodia más alta de España

jesús c. cañas
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Un retablo barroco cuajado de velas, una iglesia en un silencio interrumpido solo por el leve susurro de rezos. De pronto, la titilante y dorada luz del fuego revela algo sorprendente allá a lo alto: una parte del retablo parece girar. El manifestador se está abriendo, aparentemente, sin que me medie intervención humana.

A los ojos de los presentes aparece un fastuoso ostensorio, cuajado de rutilantes piedras preciosas. Entre tanto fulgor de esmeraldas, rubíes, brillantes, perlas, oro y plata se dibuja un círculo perfecto que representa a la carne de Cristo. Es la teatralidad plena del barroco, efectista y conmovedora, pensada para tocar bien hondo al feligrés del siglo XVIII.

Un retablo de simbología e iconografía en el que nada estaba al azar y que, una vez al año, salía a la calle al encuentro con los fieles.

Y si ese era el ambiente que se vivía en el interior de un templo en una exposición del Santísimo Sacramento, no es difícil imaginarse lo que sería la presencia de la Custodia en la calle.

El cuerpo de Cristo paseaba por las calles de Cádiz, como lo va a hacer hoy, en un algoritmo de simbologías y ritos cuajado de misterios y curiosidades. Porque la combinación perfecta de historia e iconografía hace del Corpus gaditano un campo inagotable de misterios dignos de ser resumidos en, al menos, estos puntos imprescindiblse para no perderse detalle de lo que se vivirá hoy en la calle.

El origen: la confrontación

La celebración del Corpus Christi surge en Europa a partir de la pugna entre la teoría de la Transubstanciación y la Consubstanciación. En el pan y el vino, Cristo se hace presente justo en el momento de la Consagración. Ahí están de acuerdo las Iglesias Católica, Luterana y Anglicana. Sin embargo, hubo un concepto que enredó el debate.

De un lado, la Iglesia Católica y Ortodoxa cree que en la consagración, el pan y el vino pierden sus sustancias y se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Aunque mantenga sus propiedades, ya no es pan ni vino.

Sin embargo, frente a esta teoría clásica de la Transubstanciación, Martin Lutero se rebeló y creó una nueva doctrina que mantiene que con la Eucaristía coexisten pan y vino y cuerpo y sangre. Esta corriente de la Consubstanciación originó una lucha en la Europa medieval que llevó a la Iglesia a exaltar la Eucaristía.

Eso, sumado a supuesto milagro ocurrido durante una misa del papa Gregorio Magno en el siglo VI (en el que la Hostia se dejó ver como carne humana), llevó a divulgar la fe en el misterio eucarístico y la exaltación del culto al cuerpo de Cristo.

La fecha, tras Pentecostés

Tradicionalmente, el Corpus en Cádiz se celebraba en jueves. De hecho, el inicio de su declive vino cuando la fiesta pasó al domingo posterior, en 1990 para adaptarse al calendario laboral. Pero, hasta ese momento, la solemnidad del Cuerpo de Cristo se celebraba en jueves, una semana después de la solemnidad de la Santísima Trinidad que, a su vez, se celebra el domingo siguiente a Pentecostés. Además, el Corpus se festeja 60 días después del Domingo de Resurrección. Sin embargo, Cádiz se plegó a lo que dictó la Conferencia Episcopal en los 90 y desplazó al domingo su fecha. Actualmente, solo unas pocas diócesis (como Sevilla) lo siguen celebrando en jueves.

La Custodia y su grandiosidad

Para ir justo en la consonancia con la que la ciudad festejaba su Corpus y el poderío económico de Cádiz, se realizó la Custodia más grande que procesiona en España. Pero lo que se verá hoy en la calle está compuesto de tres partes reseñables. El cuerpo principal es «una de las mayores joyas de la orfebrería gaditana», como reconoce Ángel Mozo en su obra ‘Historia del Corpus Christi de Cádiz’, y fue labrada en 1664 por el orfebre gaditano Antonio Suárez. Mide tres metros y medio de alto y su peso es de 390 kilogramos. Sin embargo, en su interior guarda otra Custodia, conocida como El ‘Cogollo’, anterior y atribuida al orfebre de origen flamenco Enrique de Arfe. Esta mide 62 centímetros y es de estilo gótico. Por último, resta el zócalo, obra de Bernardo Cientolini en 1692, y finalmente el Carro, labrado en 1721 por Francisco Arena.

Pero estuvo a punto de venderse

¿Y cuanto vale tanta plata repujada con sumo gusto? Pues 70.000 escudos. O eso es, al menos, lo que anunció la prensa en mayo de 1873 cuando el Cabildo Municipal presidido por Fermín Salvoechea intentó venderla para pagar armas con las que defender a la República. En una maniobra rápida, el Cabildo Catedral le recordó al Ayuntamiento que este último rubricó un acta de la entrega con la que se cedió al Cabildo Catedral la Custodia en el año 1864. No contentos con eso, el Ayuntamiento intentó incanutarse la Catedral nueva, pero el Cabildo trasladó la pila bautismal, el archivo y el sagrario de la Catedral vieja y convirtió la Catedral en parroquia, con lo que frenó en seco las aspiraciones municipales de Salvoechea.

Un largo cortejo

Si hoy en día parece largo el cortejo del Corpus, más lo era antaño. Esto se debe a que, en su mayor esplendor, pretendía representar a todos los estamentos de la sociedad gaditana, reunidos y postrados ante el Santísimo Sacramento. Eran los momentos también en los que llegaron a salir 14 pasos (San Dionisio, San Blas, San Roque, San Francisco Javier, San José, Arcángeles San Miguel y San Rafael, Dulce Nombre de Jesús, San Servando, San Germán, la Patrona, la Santa Espina, el Lignum Crucis y la Custodia). De hecho, hasta salían gigantes y cabezudos. Tan larga era que, en 1810, el Cabildo Catedral pide al Ayuntamiento que alargue el recorrido «pues con el aumento de las representaciones y del público, llegaba la cabeza de la procesión al templo cuando aún no había salido de él la Custodia...». De todo ese esplendor hoy queda el acompañamiento de las hermandades y cofradías, asociaciones religiosas, el Ayuntamiento y autoridades civiles y militares. De los pasos, ya solo sale el de la Patrona.

El porqué de la genuflexión

Es una costumbre también casi perdida, pero no era así antaño, la de arrodillarse al paso del Santísimo. La procedencia más directa es la cita bíblica que exhorta a que «toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra» (Filipenses 2,10). Sin embargo, hay una explicación más: arrodillarse con la rodilla derecha llevándola hasta el suelo es un acto de adoración que tiene su origen en la Edad Media. Era el vasallo el que se arrodillaba ante su señor, luego derivó al obispo y hoy se mantiene ante el Santísimo y la Santa Cruz en el Viernes Santo.

Cera roja o blanca

Hoy es común ver cera roja en las hermandades que tienen el título de sacramentales. Entonces, ¿porqué la Custodia procesiona con cera blanca? Sencillamente, por que la cera roja no simboliza a Jesús Sacramentado. El color de Dios y de la Eucaristía es el blanco, mientras que el rojo simboliza la culpa y el pecado. El uso de la cera roja se popularizó después de que el papa Clemente VIII diera el privilegio a la hermandad Sacramental del Sagrario de Sevilla para usar este color de cera. Sin embargo, es solo un privilegio exclusivo a esta cofradía.

Y porqué romero y espigas

Llenar las calles de romeros, tomillos, retamas, espliego o pétalos (en localidades como en Zahara de la Sierra esta costumbre es su nota más característica) tiene su origen en una costumbre de la Iglesia del siglo XIV. Estaba vinculado a la Fiesta de los Tabernáculos: «Cortaréis ramos de árboles de adorno (...) y haréis fiesta siete días en presencia del Señor». Por su parte, las espigas son toda una paradoja ya que su presencia recuerda el origen de la hostia que, según la Transubstanciación, ya no es pan, sino carne. Sin duda, pura simbología y teatralidad barroca.

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