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Mejor ahora que antes

ignacio moreno bustamante
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De pequeño, mi padre me contó que cuando él llegó a Cádiz destinado, allá por los años 60, prácticamente toda la ciudad era campo. Extramuros, obviamente. La arena de la playa llegaba casi hasta la Avenida, La Laguna era eso, una laguna y apenas unos chalés y muy pocos edificios poblaban ambos lados de esa carretera que conducía hasta las Puertas de Tierra.

Por más vueltas que le daba, yo no podía imaginar esa especie de descampado, pues cuando iba al colegio en el autobús o a la playa de Cortadura en el Seat 124 en el que nos montaba mi madre a mis hermanos y a mí, solo veía cemento a mi alrededor.

Los Delfines, el Atlántico, la Skol...

bloques y más bloques construidos sin ton ni son, sin más criterio aparente que el de la especulación inmobiliaria, que no es cosa de este siglo. Ya se inventó mucho antes. Esa fue la ciudad que conocí en mi infancia ochentera. La parte de Extramuros urbanísticamente caótica y divida en dos por la vía del tren. Y el centro, Cádiz, cayéndose a cachos prácticamente. La Viña, Santa María, El Pópulo... todo lleno de casas apuntaladas.

Y zonas marginales, donde la droga hacía estragos, desde esos mismos barrios del centro a Guillén Moreno, el Cerro del Moro o la propia Barriada de la Paz. Eso era Cádiz, y todo aquel que haya superado los 40 ‘tacos’ imagino que tiene un recuerdo parecido al mío.

Personalmente, uno daba por hecho que eso era así. Era la ciudad que nos había tocado y había que resignarse, del mismo modo que el Cádiz siempre sufriría lo indecible para mantenerse en Primera o que España nunca pasaría de cuartos en el Mundial. Sin embargo, en los 90 todo empezó a cambiar.

En apenas 20 años pegó un acelerón inimaginable entonces. Llegó el soterramiento, que modificó nuestro modo de ver la ciudad, incluso de relacionarnos, para siempre. Comenzaron a arreglarse la mayoría de las infraviviendas del casco antiguo, los focos marginales fueron desapareciendo y Cádiz se convirtió en una ciudad mucho más homogénea. Sin tantas diferencias de unas zonas a otras. Ni urbanísticas ni sociales.

En los últimos años, con la crisis, ha vuelto a sufrir un frenazo, aunque aun así ha visto crecer día a día un macropuente que va a volver a variar, para bien, nuestra forma de desplazarnos. Por la ciudad y por toda la Bahía. Obviamente, aún tienen que mejorar muchas cosas, pero es innegable que Cádiz ha avanzado mucho en estos años. Al igual que la selección española. Al contrario que el equipo de nuestros amores. Y el gaditano lo sabe.

Por eso desde hace años viene confiando de manera abrumadora en los mismos gobernantes. Por eso, como en el anuncio de los dentistas, ocho de cada diez de ellos afirman que su ciudad está mejor ahora que antes.

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