opinión

Parados y apaleados

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La percepción que la sociedad gaditana tiene sobre las miles de personas que una vez trabajaron en Delphi, antigua General Motors, ha pasado en los últimos años por tan variadas fases que llega un momento en el que uno ya no sabe ni lo que piensa al respecto. Históricamente, cuando allí aún se pintaban amortiguadores y se fabricaban piezas para los vehículos americanos, la idea generalizada era la de que eran unos suertudos, si se me permite la expresión. No digo privilegiados, pero sí afortunados. Habían logrado colocarse en una fábrica en la que, a poco que hicieran bien su trabajo, podían llegar a la edad de jubilación allí. Un contrato fijo, ese mito tan cantado en carnaval.

Sin embargo, cuando los americanos vieron llegar de lejos la crisis que se nos avecinaba, todo cambió. De un día para otro la factoría cerró y los dejó a todos en la calle. En ese momento, el resto nos solidarizamos. La Bahía entera se echó a la calle para pedir una oportunidad para ellos. Todo fue en vano y cada cual fue volviendo a sus cosas, a sus problemas, mientras los ya exdelphi luchaban por lo suyo. Encontraron entonces la connivencia de la Junta de Andalucía, que en aras de no perder votos y apuntarse medallas, les firmó un protocolo en el que les prometía formación y recolocación. Formación por la que encima les pagaban y cotizaban a la Seguridad Social. Volvió entonces a cambiar la percepción. Dentro de su desgracia, volvían a ser unos suertudos. Unos parados con privilegios que no tenían otros. Sensación que fue agravándose a medida que la sangría de despidos y cierres se iba comiendo la provincia. Ellos fueron despedidos los primeros y en masa. Y Manuel Chaves les compró la moto. De los otros miles de trabajadores que se fueron yendo al paro poco a poco, individualmente, nadie se acordó.

Siguió pasando el tiempo, los cursos se acabaron. Y en muchos casos, la recolocación no llegó. El acuerdo, su acuerdo, se rompía. Se movilizaron, se encerraron, recibiendo únicamente la indiferencia de sus vecinos. Cada cual tenía y tiene bastante ya con sus propios problemas. Ahora, un informe de la inspección de Trabajo determina que las prestaciones que recibieron por parte de la Junta eran irregulares. Y que igual tienen que devolverlas. Y que lo cotizado queda anulado. Un varapalo. Otro más. Ya no son parados privilegiados como pensaban algunos. Son parados apaleados y desde luego, deberían contar con la solidaridad de todos los gaditanos.