el apunte

Equilibrios contables

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Cuando la pérdida de 57 millones de euros en el balance de una empresa pública se convierte en un dato positivo es que la situación por la que atraviesa esa compañía es delicada. Navantia ha cerrado sus cuentas del año pasado con ese agujero económico, que sin embargo se traduce en un déficit esperanzador por cuanto la perspectiva de la SEPI eran aún peores. Las cuentas que habían previsto duplicaban esas pérdidas, dibujando un horizonte negro azabache por culpa de la falta de carga de trabajo.

Esa inactividad que mantiene durante largos periodos a las factorías prácticamente paradas –en Cádiz el ejemplo más claro se vive en Puerto Real– convierten a los astilleros nacionales en una empresa que necesitan con urgencia reinvertarse, adaptarse a los nuevos tiempos y a un mercado más exigente y con mucha más competencia. Es obvio, porque la realidad lo dice, que estas factorías no pueden tener un futuro estable a base de contratos públicos del Gobierno español. Esta economía que, según los datos macroeconómicos, acaba de salir de la recesión no tiene capacidad suficiente para insuflar carga de trabajo al sector naval. Pero fuera de las fronteras españolas e incluso de Europa, hay otros estados que atraviesan por una situación económica más boyante que sí pueden necesitar de los servicios de Navantia. Misiones comerciales como la del Rey Juan Carlos son muy importantes para estrechar lazos comerciales. Y debe intensificarse esa estrategia.

Ahora bien, los trabajadores, que asumieron congelarse el salario ha cambio de eludir el recorte de plantilla, deben ser conscientes de que se ajuste salarial sólo sirve para amortiguar el impacto de las millonarias pérdidas en la cuenta de resultados. La eficacia pasa por una reorganización profunda que probablemente suponga cambios de rutinas de trabajo, un reciclaje profesional...Todo sea para que los astilleros esquiven el tijeretazo, pero no sólo ahora; sino también para consolidar un futuro estable.