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ESPAÑA

«Me agaché, cogí la escopeta, la dirigí hacia él y disparé sin apuntar»

Libre tras el fin de la 'doctrina Parot', el malagueño José Jurado Montilla, durmió su primera noche fuera de la cárcel bajo un puente

JUAN CANO
MÁLAGA.Actualizado:

Apura un cigarrillo mientras recuerda el crimen. Corría el año 1985 y el 'Dinamita Montilla' apenas llevaba unos meses en libertad. Al llegar a casa, su madre le dijo que los zorros habían matado siete gallinas del corral. José cogió la escopeta y se adentró en la sierra para darles «'matarile'». Buscando las zorreras acabó en un paraje de Almogía conocido como Llano Persona, a 20 kilómetros de su casa, y lo sorprendió «la gota fría». Vio un cortijo en una loma y, por su aspecto, pensó que estaba abandonado. «Me metí dentro para refugiarme de la lluvia y me quedé dormido sobre unos sacos de algarrobas. A las siete de la mañana, me desperté al oír que se había caído la silla que puse para atrancar la puerta. Era el dueño, que me apuntaba con una escopeta».

Le pidió que se pusiera los zapatos y lo acompañara al cuartel, según relata. Lo acusaba de ser la persona que le había estado robando los aperos en su cortijo. «Son momentos de nervios. Me agaché, cogí la escopeta con la mano derecha, la dirigí hacia él, sin apuntar, y disparé». Francisco González era vecino de Puerto de la Torre. Tenía 57 años cuando lo mató. «Lo considero un accidente. No fue premeditado, surgió así. Me da no sé qué, no por haberlo pagado, que lo he hecho, sino porque era un ciudadano humilde y honrado, una persona de campo. Pido perdón a la familia, me duele en el alma lo que hice, pero hay que tener en cuenta que yo era un bala perdida y estaba enganchado a las drogas. Mi intención solo era darle 'matarile' a los zorros», repite.

Han pasado ya casi tres décadas y, a día de hoy, es el único crimen que reconoce. Pero lo condenaron por otros tres más. A ojos de la Justicia, José Jurado Montilla, más conocido como 'El Titi' o 'Dinamita Montilla', también mató a dos turistas extranjeros que acampaban en El Chorro y al chófer de Juanito Valderrama. Le cayeron 123 años de los que ha cumplido 28. La sentencia del Tribunal de Estrasburgo, que tumbó la 'doctrina Parot', le ha ahorrado los dos últimos. Está libre y quiere contar su historia porque, dice, se ha cometido una «injusticia» con él. «He matado a una persona, pero no a cuatro», insiste.

Frío y calculador

Apenas lleva unos días libre. Ha salido de prisión igual que entró, con unos vaqueros, una cazadora y una mochila. Pero se ha dejado media vida dentro. Ha perdido más de 20 kilos. Está en los huesos. Hay que mirar dos veces su foto de carné para encontrar el parecido con el hombre que ingresó en la cárcel, allá por los ochenta, para cumplir condena por cuatro crímenes que lo llevaron a ser considerado un asesino en serie. Según los agentes que lo arrestaron, un tipo «frío y calculador» que tapaba la cara a sus víctimas y liberaba los animales domésticos de las casas que asaltaba.

Tenía 24 años cuando entró por última vez en prisión, y ha salido con 52. Le dieron 16 euros para un taxi a Zaragoza, 18 para el almuerzo y los billetes del tren a Madrid y Málaga. Porque 'El Titi' es malagueño. De Campanillas, para más señas. Ha vuelto a una Málaga que no reconoce, mucho más grande que la que dejó. «Cuando entré en prisión, no había ni móviles», dice. Está desubicado, desorientado. Dice que no tiene dónde ir porque su familia le ha dado la espalda todos estos años, en los que solo le han llegado las cartas de su madre, que murió en 2007.

Su primera noche la pasó bajo un puente, de nuevo en Campanillas, hasta conseguir una cama en el albergue. Quiere reintegrarse. «Nunca me he considerado un asesino. Admito que fui un delincuente, pero por la presión de las acusaciones falsas y las drogas. He querido hablar para reconocer lo que he hecho, defenderme de lo que no hice y pedir perdón», dice. Su confesión de los crímenes ante la jueza de Antequera -«Me había drogado, estoy seguro de que manipularon mi declaración», sostiene- y las evidencias halladas por la Guardia Civil pesaron como una losa en cada uno de los juicios, por más que negó la autoría. Ahora pomete no volver a delinquir: «Antes prefiero comer palmito, aceitunas secas o almendras en el campo».