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Otra reconversión naval

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A Navantia no le salen las cuentas. Su cuenta de resultados arroja de nuevo grandes pérdidas –el déficit de 2012 se prevé que alcance los 80 millones de euros– mientras que sus seis astilleros siguen sin levantar cabeza. La compañía tiene previsto aplicar medidas de ajuste en los próximos meses si no logra firmar un contrato que aporte carga de trabajo y garantice su viabilidad. Todo parece indicar que la dirección de la empresa, bajo las órdenes de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), guarda en el cajón un ambicioso plan de saneamiento que supondría la reconversión de los astilleros públicos españoles. No hay trabajo a medio plazo para mantener abiertas seis plantas: dos en Ferrol, tres en la Bahía y una en Cartagena, además de las oficinas centrales de Madrid. Navantia puso en marcha su revolución interna en plenas vacaciones de Navidad con la reorganización de toda su cúpula. Algunos de los ejecutivos afectados por los cambios se enteraron a través del móvil de su nuevo destino. La compañía pretende que esta reestructuración agilice la gestión y refuerce las acciones comerciales en el exterior. La empresa, siempre con el beneplácito de la SEPI, se enfrenta ahora a una de sus decisiones más difíciles: replantear la estrategia de los astilleros.

La Bahía concentra tres plantas: dos de construcción naval (San Fernando y PuertoReal) y una destinada a reparaciones (Cádiz). Curiosamente, las dos factorías gallegas también se dedican a lo mismo que las gaditanas. La de Ferrol se encarga de la construcción, mientras que la de Fene, está especializada en la reparación, sobre todo de grandes quimiqueros y gaseros. Por el contrario, Cartagena se centra en la construcción de submarinos.

Anunciar ahora una reconversión en el sector naval público supondría encender una mecha al lado de un barril de pólvora. La SEPI y Navantia aguardan el momento.Saben que resulta inviable en los tiempos que corren mantener abiertos seis centros de trabajo y aguantar en activo una plantilla de 5.600 trabajadores que sale al año por 210 millones de euros.

La competencia de los astilleros asiáticos es brutal y los gobiernos han reducido sus gastos en defensa, entre ellos España, lo que pone muy cuesta arriba lograr contratos para la construcción de buques de guerra. Además, los mejores clientes de Navantia, Australia y Venezuela, apuestan por la transferencia tecnológica, es decir, que los barcos se hagan en sus respectivos países con el apoyo de los ingenieros españoles. La relación entre el presidente de la compañía, José Manuel Revuelta, y su consejero delegado, Jaime de Rábago, no pasa por su mejor momento y es el presidente de la SEPI, Ramón Aguirre, el que está marcando la hoja de ruta.

La compañía ha adoptado, de forma tímida, las primeras medidas de ajuste. En la Bahía ha anunciado el traslado de 200 trabajadores del astillero de Puerto Real a otras plantas para cubrir necesidades puntuales. Para la plantilla esta acción supone el desmantelamiento de la factoría. PuertoReal es el único astillero que tiene Navantia en propiedad. Por tanto, es el único con el que puede hacer negocio.