Los problemas reales

Susana Díaz, brazo armado de Griñán en el gobierno andaluz, presentó el otro día con mucha pompa y el rostro muy serio lo que llamó el ‘Informe Social de la Juventud en Andalucía’. Datos y más datos que lo único que hicieron fue refrendar lo que todo el mundo sabe: que lo que más preocupa a los jóvenes es el desempleo. A saber cuánto nos ha costado a todos semejante encuesta de tan pasmosa profundidad. Pero ese es otro cantar. La cuestión es que Díaz empleó buena parte de su jornada laboral en desgranar unas encuestas que aportan poco o nada. Quizá alguna curiosidad, como que al 73% de los jóvenes de Andalucía se la trae al pairo la política, no le interesa. Normal. No se conocen reacciones de la consejera de Presidencia de la Junta sobre el resto de preocupaciones de los jóvenes, las reales. Pero en este punto sí se paró.

Mostró pesadumbre por su falta de interés hacia la política, quizá porque pueda ser el germen del desmantelamiento del chiringuito montado entre todos los que la forman. ¿Qué esperaba la señora Díaz? ¿Qué puñetas le importa a los jóvenes de Cádiz quién es tal o cual parlamentario del PP o del PSOE cuando no tiene ni para una cerveza? ¿Cómo van a perder el tiempo en saber la composición del Senado si se tienen que ir de España a buscarse un futuro? ¿Qué le van a importar a un joven sanluqueño las guerras internas de su alcaldesa si lo que está esperando es el próximo desembarco de hachís?

Es evidente que el progreso de una sociedad va ligado, en su origen, a la cobertura de sus necesidades. Según se van cubriendo las básicas, se va evolucionando y aspirando a más. Si un joven andaluz no tiene problemas para encontrar un trabajo que le permita comer, vestir, formar una familia… entonces empezará a mostrar interés por otros asuntos.

Pero si no puede hacerlo, es lógico que la política no esté entre sus prioridades. Y casi es mejor así. Porque si cayeran en la cuenta de que buena parte de los problemas con los que convive están provocados por los errores de esos políticos, igual retomaba el interés por ellos. Pero con intenciones muy distintas.