el apunte

Otro despropósito

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Es la historia de un despropósito y ahora escribe su nuevo capítulo. La Escuela de Náutica no se tirará. Así lo ha dicho el Ayuntamiento que, en un alarde de cordura aplastante, alega que no se puede derribar una finca que está catalogada. Lo más triste es que la administración que pretende derribarla es la misma que años antes la protegió. La Junta de Andalucía, en una decisión meramente materialista, a través de su Dirección General de Infraestructuras, era la que pretendía contradecir a la Consejería de Cultura y hacer desaparecer a Náutica bajo la piqueta. El motivo: la falta de recursos económicos para mantenerlo. Eso a pesar de que el edificio está catalogado con un ‘grado 3’ que obliga a mantener la fachada racionalista de esta finca que recrea partes de un barco como el puente de mando o el mástil de un buque que quedó varado en La Caleta.

Su visión se antoja simbólica de la que vive esa manzana de Cádiz con el Edificio Valcárcel y el Olivillo totalmente abandonados a su suerte, por cierto en los dos tiene responsabilidad la Junta de Andalucía. El argumento de derribar el edificio por no tener dinero para mantenerlo no es excusa. Todo lo contrario, es casi un agravante de la situación. No hay motivos económicos que puedan respaldar la destrucción del patrimonio de la ciudad.

La finca de 1970, obra de José López de Zanón y Luis Laorga Gutiérrez, es hija de su tiempo y merece ser conservada para la posteridad, así lo consideró Cultura y así lo deja claro el propio Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Sin embargo, debe ser que en la Dirección General de Infraestructuras no tienen, o no quieren tener, muchos conocimientos patrimoniales e históricos. Una verdadera pena, ¿alguien imagina que el estado preocupante que mostraba la cúpula del Oratorio hubiera sido excusa para derribarlo? Una verdadera locura, pues salvando las distancias, este caso se parece mucho. Ni los ciudadanos ni sus administraciones deben consentir este tipo de atentados urbanísticos en una ciudad que ha luchado por ser Patrimonio de la Humanidad. Lo verdaderamente paradójico de esta situación es que el hecho de no derribarlo, tristemente, no va a tener la contraprestación de que la Junta ponga al fin punto y final a esta imagen de dejadez y abandono.