Un asiento gigante en Ramala simboliza la voluntad palestina de ser un Estado miembro de la ONU. | Majdi Mohammed / AP
reconocimiento del estado palestino

La figura de Abás crece camino de la ONU

Las ciudades de Cisjordania se vuelcan en la campaña para el reconocimiento como Estado que aproxima al líder palestino a Arafat

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Cien niños, cien cartas. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, recibirá las misivas de un centenar de pequeños palestinos de colegios cristianos que se acercaron a la sede de la ONU en Ramala a primera hora de la mañana para contar cómo es su vida bajo la ocupación. La campaña ‘UN194’ –en referencia al asiento 194 que Palestina aspira a ocupar en la ONU, cuyas siglas en inglés son UN– está en marcha, y la estrategia de la lucha pacífica adquiere mil caras estos días en Cisjordania.

Sobre todas ellas destaca la del presidente Mahmud Abás, cuya foto se ha hecho omnipresente en las calles de la capital política palestina. «Tiene la estrategia en su cabeza y sabe a dónde quiere llevarnos, por primera vez tenemos un plan que trasciende a partidos políticos y afecta a todos los palestinos», asegura Sarneer Jejazi, trabajador social de Tulkarem que viste un polo blanco con el logo ‘UN194’ y está a la sombra de la enorme silla que las autoridades han instalado en la céntrica Plaza de los Leones de Ramala para informar a los ciudadanos.

La mayor parte de los coches lleva también la banderita con el logo y desde las oficinas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) aseguran que «el merchandising se ha agotado, hay que encargar más banderines, camisetas y gorras». Y parece que tienen prisa, porque en las próximas horas hay convocadas manifestaciones en las principales ciudades cisjordanas.

«No ha dado este paso con fines electorales, el presidente Abás ha repetido en innumerables ocasiones que no se presentará de nuevo. Esto lo hace porque quiere dejar una herencia y ser recordado como el dirigente que llevó a Palestina a la ONU», opinan responsables palestinos cercanos al grupo de elegidos que ya está en Nueva York esperando su turno para pedir su reconocimiento como Estado de pleno derecho. Una herencia que consiga ponerle al menos un poco más cerca de un Yaser Arafat cuya sombra sigue siendo demasiado alargada.

Al otro lado del muro

«La gente apoya de forma masiva la medida del presidente de acudir a la ONU, pero se perciben diferencias entre lo que piensan nuestros dirigentes que esto puede acarrear y lo que esperan los ciudadanos que ya sueñan con la soberanía», señala el doctor Khalil Shikali, responsable de la última encuesta realizada en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este por el Centro Palestino para la Política e Investigación de Campo (PSR, por sus siglas en inglés), que eleva a un 83% el apoyo popular a la solicitud de Abás.

En este mismo sondeo, el 64% de los encuestados apuestan por la confrontación directa pacífica con los israelíes –siguiendo el modelo de revoluciones como la egipcia o la tunecina–, aunque esto provoque fuertes medidas de castigo. Una cifra muy por encima del 35% aboga por retomar las armas y echarse a las calles en una tercera intifada.

La aparente unidad en la calle palestina, pese a los tiras y aflojas entre Hamás y Fatah, contrasta con el nerviosismo al otro lado del muro. Un Ejecutivo debilitado por las crisis internacionales abiertas con Turquía, Egipto y Jordania está sometido a los dictados del ala más radical, que no está dispuesta a aceptar concesiones de ningún tipo y amenaza con medidas punitivas ante el desafío de Abás.

El viernes pasado ya se cerraron todos los puestos de control de Cisjordania, impidiendo de esta manera el movimiento de los ciudadanos, y los siguientes pasos podrían amenazar la economía palestina a través de la retención del dinero de los impuestos que Israel recolecta y que luego entrega a la Autoridad Nacional Palestina.