José Luis Rodríguez Zapatero muestra unos documentos durante su intervención, ayer, en el Parlamento de Estrasburgo para presentar la Presidencia española. :: AFP
ESPAÑA

Zapatero cosecha una de cal y otra de arena en el Parlamento europeo

Presenta el programa de la Presidencia y el ala derecha de la Cámara duda de su capacidad para poder liderar la recuperación

ESTRASBURGO. Actualizado: Guardar
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José Luis Rodríguez Zapatero llegó a Estrasburgo preparado para recibir, desde los escaños de la derecha del Parlamento europeo, dardos envenenados sobre la situación económica de España. Y los hubo. Pero no tantos como para considerar que la Eurocámara pone en cuestión su capacidad para llevar a buen término la presidencia rotatoria de la UE en este semestre.

Los plenos en los que el presidente de turno expone su programa no se distinguen por su amenidad. Lo que ha quedado en el recuerdo de la última vez que España lideró la UE, en 2002, fue aquella frase que, descuidado y a micrófono abierto, dejó caer José María Aznar: «menudo coñazo les he 'soltao'».

El Gobierno español se enfrenta a esta Presidencia con el 'handicap' de tener que dejar para el recién designado presidente permanente de la Unión, Herman Van Rompuy, parte del protagonismo que antaño asumían los Estados que, cada semestre, se situaban al frente del Consejo. Así que Zapatero resumió y fijó cuatro prioridades ya conocidas para su mandato: crear un mercado común de la energía para reducir la dependencia exterior mediante interconexiones y un marco regulador general; aumentar la inversión en I+D+I y eliminar barreras para crear un mercado digital interior; desarrollar el vehículo eléctrico e impulsar la investigación universitaria.

Eso fue lo concreto. De modo más general, el mensaje de Zapatero es que «Europa tiene que hacer una apuesta por sí misma». Es decir, que los estados deben esforzarse para alcanzar una mayor cooperación, deben trabajar por una unión económica y deben otorgar a la Comisión «nuevas facultades de dirección y de consecución de objetivos». Es su cruzada para que se puedan fijar sanciones para aquellos que incumplan la estrategia 20-20 que sustituye a la estrategia de Lisboa. Aunque una vez más lo defendió con la boca pequeña.

Zapatero no se ha atrevido hasta ahora a ser nítido a este respecto. Aún así, en Estrasburgo recibió el apoyo inesperado del liberal belga Guy Verhofstadt, quien le pidió que no se arredre ante las críticas alemanas. «No se puede decir que hay países que no hacen suficientes esfuerzos para afrontar la crisis y, al mismo tiempo, no dar la Comisión instrumentos necesarios para afrontar la situación», alegó.

No fue el único que animó al presidente a olvidar complejos. Los eurodiputados del PP español Jaime Mayor Oreja y Luis de Grandes hicieron patria y apoyaron su mandato. Y el portavoz socialista, el alemán Martin Schulz, propuso incluso «trasladar el modelo español a Europa» porque Zapatero dirige, a su juicio, un Gobierno «de vanguardia».

Críticas

Pero el ataque también se produjo. El presidente del PP europeo, el francés Joseph Daul, recordó al jefe del Ejecutivo que España tiene una tasa de paro «récord» del 20% y un déficit que se aproxima al 11%. «Apoyo su voluntad de volver al crecimiento y a la creación de empleo, pero no estoy seguro de que las soluciones que usted y su familia política proponen nos permitan salir de la crisis», sentenció. El conservador británico Timothy Kirkhope disparó con el mismo arma. «En el Reino Unido decimos que antes de arreglar las cosas ajenas, hay que arreglar las cosas en casa», arreó.

Pero quien provocó la reacción de Zapatero fue uno de los muchos eurodiputados que pidieron la palabra, el alemán Bernd Lange, quizá porque forma parte de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. El presidente admitió que el desempleo es una característica de España, «pero le puedo asegurar que si la tasa de paro aumentara en su país mi respuesta como dirigente político sería de apoyo y de solidaridad, y no de recriminación como ha hecho usted en esta sala -le afeó-. Ésa es mi forma de sentir y de ser europeo».