Medidas. Los maniquíes de los escaparates no pueden tener una talla inferior a la 38. :: IGNACIO PÉREZ
Sociedad

Perdidas en el probador

El estudio antropométrico que fijó las hechuras de la mujer española sigue sin saltar a las etiquetas de la ropa «por problemas técnicos»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las españolas sudarán en el probador estos días de rebajas. Ahora saben que son más altas y delgadas que hace 37 años; que el temido michelín se les ha desplazado en ese tiempo de la cadera a la tripa; y que su cuerpo puede tener forma de cilindro, diábolo o campana. Pero a la hora de enfundarse un pitillo las cosas siguen igual de complicadas que en 1972, cuando se fijó el tallaje aún en vigor. O se te clava por el tiro hasta límites insoportables o te baila en la cintura. El patronaje nacional no se ha movido desde entonces ni un centímetro, pese al estudio antropométrico para ajustar y unificar las tallas presentado por el Gobierno a bombo y platillo hace dos años. Reveló que el 41% de las mujeres tiene problemas para encontrar con más o menos rapidez un pantalón de su medida. Pero ni ésta ni otras muchas conclusiones terminan de reflejarse en las etiquetas, como podrán comprobar hoy las mujeres que acudan en busca de chollos a mitad de precio.

Sanidad impulsó este análisis y lo sufragó -se habló de un millón de euros, pero en realidad se adjudicó casi por el doble (1.791.000 euros), según el Boletín Oficial del Estado del 21 de agosto de 2007- con tres objetivos. El primero, y hasta la fecha el único cumplido, era conocer con exactitud las hechuras de la mujer española -aunque parezca mentira, la Anatomía sólo ha establecido categorías científicas con el sexo masculino-. Para ello, el Instituto de Biomecánica de Valencia rozó la ciencia ficción: con un barrido de láser registraba en 30 segundos la figura en tres dimensiones y tomaba 130 medidas de cada una de las 10.415 voluntarias de entre 12 y 70 años que participaron en el estudio. Sus cibercabinas viajaron por 59 localidades del país.

La segunda meta, anhelada por millones de españolas, era homogeneizar las etiquetas de la ropa y darle al asunto rango de norma, europea a poder ser. El remate, difundir una imagen de belleza más saludable. Tres hitos de toda una revolución... en hilvanes.

Los principales grupos textiles del país implicados en el proyecto -Inditex, El Corte Inglés, Carrefour, Mango y Cortefiel- y la Asociación de Creadores de Moda ni saben en qué punto está el proyecto ni apenas contestan. Pero coinciden en que «desde hace unos nueve meses no ha habido contactos; no tenemos noticias del ministerio ni para bien ni para mal. No nos han citado a ninguna reunión. El asunto parece que está bastante parado, por no decir congelado».

En la comunidad científica tampoco ha trascendido gran cosa. Ni siquiera los datos básicos del informe original, que ahora cruzan y exprimen los estadísticos. El jefe clínico de Endocrinología y Nutrición del hospital madrileño Gregorio Marañón y coordinador nacional del plan para la nutrición, actividad física y prevención de la obesidad, impulsado por el propio Ministerio de Sanidad, recuerda cómo se habló en su día de que este estudio podría ayudar también a combatir trastornos de la alimentación. «Pero sólo conocemos lo que se publicó en los medios. Con nosotros no ha hablado nadie y poco podemos opinar», despacha Basilio Moreno.

«No se debe abandonar»

En la misma proporción que se alarga el silencio del Ejecutivo Zapatero, crece la inquietud en el sector textil y sanitario. Temen que todo se quede en la base de datos. Muy poderosa, pero sin una aplicación práctica inmediata. «El estudio antropométrico es importantísimo para la moda, pero también para otras industrias. No se debe abandonar. Y entendemos que su desarrollo quizás ahora no sea prioritario, pero no se puede dejar. El Gobierno debe reunirnos, buscar un consenso e impulsar una normativa a nivel europeo. Y la presidencia española de la UE es un momento ideal para hacerlo. Lo interesante y sólido es hacerlo desde Europa porque podría arrastrar al resto de empresas internacionales», sugiere Modesto Lomba, presidente de los 31 diseñadores nacionales agrupados en la Asociación de Creadores de Moda.

Numerosos compañeros de pasarela están persuadidos también de que venderán más y mejor si una talla 38 española deja de equivaler a una 42 ó 44 en Italia. «¿Si el calzado se talla igual en todo Europa por qué no lo hacemos con la ropa?», sugieren algunas de las primeras 'agujas' del país.

El Instituto Nacional de Consumo, dependiente del Ministerio de Sanidad, pide calma y justifica el retraso con una razón de peso. El de la infinidad de datos obtenidos en las cibercabinas. «El volumen de información ha sido bastante más grande de lo que se había calculado, pero la base de datos está acabada y en pruebas. En breve la presentaremos a los distintos sectores implicados. Sus aplicaciones para distintas industrias son infinitas», avanzó a V un portavoz de la institución.

No hay muchos más plazos fijados. «Reuniremos a la comisión de seguimiento para hablar de la fórmula para etiquetar y unificar las tallas, a la par que se promueve la lucha contra la anorexia», contestan en Consumo sin concretar más la cita.

Miles de devoluciones

La comunidad médica también empieza a inquietarse. Como ha dicho en más de una ocasión el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, Javier Aranceta, la principal dificultad es «trasladar las buenas intenciones al mundo real». Y en tiempos de crisis, la Administración prima la enfermedad sobre la prevención. Una de las primeras víctimas del recorte presupuestario de 2009 fue, de hecho, el estudio de las tallas masculinas. Un ajuste «lógico» para médicos, modistos y empresarios, «pero que no debería implicar su olvido».

Mientras Sanidad divulga los ficheros de datos y sus aplicaciones industriales y sanitarias, los empresarios buscan un consenso para reformar el costoso sistema de etiquetado y el Gobierno impulsa en Europa una norma que obligue a toda la industria textil a ceñirse a los centímetros estipulados -casi nada-, volverá a repetirse la pesadilla post-navideña de miles de dependientas: las devoluciones. La mayoría de las cambios en rebajas, tras la campaña más fuerte del año, se debe al cálculo erróneo de la talla.