Ninguno de los hermanos de la familia Cervera se quedó sin sorpresas. Parece, que habían sido muy buenos. :: JAVIER FERNÁNDEZ
Ciudadanos

Los Reyes, multiplicados por siete

Dos regalos por niño y juguetes para compartir son las claves para que una familia numerosa salga airosa de los gastos navideños Los Cervera midieron al céntimo sus regalos para complacer a todos sus hijos

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Pese a que vulneraron las reglas y se fueron a dormir más tarde de la cuenta, los Reyes Magos no se olvidaron de visitar la casa de Manolo, Guille, Santi, Javi, Ignacio, Jaime y Gonzalo. Quizás, alguna sombra sobre el haz de luz que se colaba desde el salón en las habitaciones, pudo ser confundida durante el duermevela con la silueta de Sus Majestades caminando a hurtadillas. Eso les aseguró su presencia en respuesta a las cartas.

Pero sobre la mesa del comedor, las copas vacías y los restos de dulces evidenciaron el paso de Melchor, Gaspar y Baltasar por el hogar de estos siete hermanos. También los camellos dieron buena cuenta de los barreños de agua en el jardín, y los siete pares de zapatos rebosantes de caramelos fueron otra prueba de que los Magos de Oriente no habían pasado por alto la casa de los Cervera. No obstante, la demostración definitiva fue sin duda la pila de regalos cuidadosamente colocada bajo una guirnalda de globos. Con el pequeño Gonzalo encabezando la comitiva y tras la primera impresión de sorpresa y júbilo contenido, los siete hermanos -el mayor de 11 años y el benjamín de 11 meses- se lanzaron sobre los juguetes con un entusiasmo que se tornó en incredulidad cuando comprobaron la sorpresa que les esperaba en el jardín.

El regalo estrella

Nada menos que una perrita de apenas un mes, acompañada de una carta de Sus Majestades en la que les comunicaron su nombre, 'Duna', y unas recomendaciones para cuidarla en sus primeros meses de vida, además de un mensaje de concienciación para que no la traten como a un juguete más. «Ha sido el regalo estrella. Lo llevaban pidiendo varios años, pero hasta que su madre no ha convencido a los Reyes no ha llegado. Ahora es una más del clan».

Pero ¿cómo una familia de clase media satisfacen los deseos de siete niños en Navidad? Los padres, Manuel y Silvia, revelaron las claves. «Nosotros solemos ser austeros, no ya sólo por la crisis. Y procuramos que cada uno pida sólo una cosa en su carta. Después los Reyes les suelen dejar dos. Además también pasan por las casas de los abuelos y los padrinos. Y les inculcamos que hay niños a los que no llevan nada porque no pueden, así que ellos no deben ser egoístas. Lo tienen tan asumido que hasta se acuerdan de pedir para sus hermanos e incluso para nosotros».

Cada año, Manuel y Silvia calculan aproximadamente cuánto dinero pueden gastar y se aseguran los regalos con bastante antelación, aprovechando ofertas y promociones, pese a que algún rezagado hizo nuevas peticiones en una nota junto al tentempié para Sus Majestades antes de meterse en la cama. «Nosotros no somos ni ricos ni pobres, sino una familia normal, tirando a bien. Pero no derrochamos ni gastamos 200 si sólo tenemos 100. Está claro que el día de Reyes es muy especial para los niños y tienen que tener sus regalos. Pero al final no se trata tanto de cómo sean los juguetes sino de la ilusión».

«Además, les concienciamos de que la Navidad no es la fiesta de los regalos, sino que se celebra el nacimiento del niño Jesús y es un tiempo para estar con la familia y compartir. Y eso es lo que queda en el corazón de los mayores y los pequeños». Una acción, la de compartir, que estos niños tienen muy asumida. «En verdad los regalos son para todos, porque todos juegan y se intercambian las cosas. Aquí sólo hay una Wii para los siete. Hay casas en las que hay dos niños y dos Wii. Ellos, no, están acostumbrados a compartir, no piden marcas ni nada similar, no son caprichosos y se conforman con lo que hay».

Mantecados a granel

¿Y las delicias gastronómicas propias de las fechas? Otra inversión ineludible, y multiplicada por siete. «Las devoran. Compramos las cajas grandes de mantecados que a veces venden los vecinos. También compramos jamón, gambas y de todo lo que podamos, porque les encanta». Un gasto que se añade a los juguetes, aunque depende de dónde pasen la Navidad. «Tenemos familia en Madrid, Pamplona, Zaragoza, Granada. Así que compramos comida o no en función de los planes que hagamos».

La Cabalgata es otro episodio apate. ¿Cómo controlar a siete niños en un tumulto? «Este año nos ha ido genial, porque fuimos a El Puerto, aparcamos en doble fila y justo pasaba por ahí la Cabalgata. Duró 20 minutos, iba muy deprisa por la posibilidad de lluvia».

Como todas las familias, los Cervera vuelven hoy a la normalidad. Aunque a diferencia de muchos, no le temen a la cuesta de enero porque sus carteras no han sufrido un excesivo desembolso. «Para nosotros es mucho peor la de septiembre, con todos los libros y los uniformes para la escuela».