Opinion

Agente 203

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No le dio su nombre a una madre en apuros, defendió el colectivo, cuando ésta recuperó a su hijo tras una escapada juvenil que le pudo costar la vida. Estrategia y psicología, que no coacción, hicieron rectificar al chico. Su nombre es un número, igual que los presidiarios, pero de este lado. El agente 203 de la Policía Local huye de la prensa, pero su preparación clínica y vocación ha sido vital para que otros no acabaran en prensa en forma de esquela, como aquel chico de La Granja, en un terrible accidente de 1991 y al que practicó un torniquete llevándolo al hospital en el vehículo policial porque la ambulancia tardaba una vida. La vida que salvó a aquel adolescente motero, que hoy podrá tener menos de 40 años. A los petardos lanzados por algunos le siguen conductas con las del agente 203, un ejemplo de que antes es persona que uniforme.