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El cambio climático y sus conferencias

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Estamos a punto de despedir la década que, según la Organización Metereológica Mundial, ha sido la más calurosa desde que se hicieron las primeras mediciones allá por el siglo XIX. Y seguro que es así, aunque a los gaditanos nos cueste creerlo con el tiempecito que está haciendo durante estas Navidades. Realmente ha sido una semana dura. Sólo hay que ver las imágenes en prensa de los efectos de la lluvia y del tornado sobre nuestra provincia para darnos cuenta de la intensidad de los destrozos y para pensar que, en apenas unas horas, podrían haberse producido grandes desgracias.

Los cambios climáticos, y sobre todo sus consecuencias, deberían ser motivo de preocupación para todos. Inundaciones, aumento del nivel del mar, pérdida de vegetación, desertización y disminución del agua disponible, incremento de plagas, aumento de la contaminación del aire, mayor número de incendios y de su intensidad, extensión de enfermedades subtropicales y la larga lista de efectos colaterales que nos anuncian los expertos en el tema deberían ser elementos suficientes para que todos nos tomásemos en serio el problema. Dicen los ministros que la Conferencia de Copenhague (y van 15) sobre el Cambio Climático ha sido un fracaso. Incluso el ministro sueco, Andreas Charlaren, la ha calificado de desastre. Los países europeos acudieron a la citada 15ª cumbre, con la esperanza de conseguir un compromiso de reducción importante en las emisiones de carbono. Ni ha habido compromiso, ni se ha llegado a conclusiones destacadas. Tras dos semanas de reuniones, la cita de Copenhague terminó con un simple acuerdo no vinculante de limitar el calentamiento global; ni siquiera hacen mención a cómo hacerlo. El secretario de Medio Ambiente de México, sede de la próxima cumbre sobre el tema, ha manifestado que exhortará a los países participantes para que trabajen, con el objetivo de llegar a la futura 16ª conferencia con avances que permitan alcanzar acuerdos vinculantes. Visto lo visto, sólo queda que cada uno de nosotros contribuyamos, en la medida de nuestras posibilidades y con nuestro pequeño granito de arena, en tratar de actuar en nuestro entorno. Y sugerir a los participantes de la 16ª cumbre, que hagan las reuniones por videoconferencia. Ahorraremos combustible, evitaremos algunas emisiones nocivas, y además nos saldrán mucho más baratos los futuros acuerdos ¿vinculantes?.