Sociedad

Villancicos en un altar gigantesco

MADRID Actualizado: Guardar
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Antes de la liturgia, a la voz y a la guitarra Kiko Argüello, creador y líder del movimiento Camino Neocatecumenal e impulsor de esta gran misa en defensa de la familia. Antes del inicio de la Eucaristía de la Sagrada Familia bajo el lema 'El futuro de Europa pasa por la familia', cantó sus villancicos y trató de caldear el ánimo de unos feligreses un tanto ateridos en una fría mañana en la que, finalmente, lució tímidamente el sol.

Agradeció Argüello al Altísimo la tregua del temporal sobre un altar-escenario de más de cincuenta metros de largo y doce de ancho, bajo una cruz blanca de una veintena de metros de altura.

Defendió de paso el «matrimonio indisoluble», reclamó «más evangelización» y coincidió con Rouco y el Papa en que «sólo la familia puede salvar a Europa».

Sobre ese descomunal altar se congregaron más de medio centenar de cardenales y obispos, 14 europeos y 43 españoles. En los laterales sendos coros, y frente a ellos más de 1. 200 sacerdotes llegados de todos los rincones de Europa y que repartieron la comunión. Fueron comentadas la presencia del nuevo nuncio, Renzo Fratini, y la ausencia del obispo de San Sebastián, Jose Ignacio Munilla, recientemente nombrado para esta diócesis y muy próximo al pensamiento y actitud pastoral de Rouco Varela.

El anexo Palacio de Congresos sirvió de sacristía y se instalaron en él confesionarios y hasta una sala de lactancia. La insistencia de la organización en que esta fiesta de la familia no era «contra nadie» se tradujo en la ausencia de pancartas y de banderas españolas. Las pocas que ondearon eran extranjeras, portadas por fieles llegados de países como Croacia o Italia.