CÁDIZ

Pista de patinaje todo el año

Hartos de esperar, más de cien aficionados usan cada semana la vieja planta de Viveros Cádiz, que acondicionan con sus propias manos Los 'skaters' ocupan un solar abandonado en Zona Franca

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Será por imitar Nueva York, por remedar el Rockefeller Center en versión rústica, por copiar la Navidad de los más ricos, pero todas las capitales españolas tienen una pista de patinaje (con hielo o sucedáneo) durante estos días. A la mayor parte de la población, esta moda le provoca simpatía. Los chavales, y los otros, se divierten, hacen algo parecido al deporte, juegan, se mueven, se ríen. Y mientras, dejan de hace otras cosas menos saludables, según la moral burguesa. Esta es la sensación más extendida y puede que contenga mucho de sensatez.

Por esas mismas razones, casi sanitarias, casi sociales, resulta inexplicable el rechazo, o el retraso crónico, para impulsar una pista de patinaje estable, con cemento en vez de hielo, para todo el año, que no caduque cuando los Reyes Magos recojan las cajas.

Si lo de San Antonio gusta durante un mes, no parece que exista ningún impedimento para defender que una versión sobreviva durante los otros once.

Los patinadores gaditanos ('skaters' en el argot internacional) y los aficionados a los patines en línea (los de ruedas y botines, para los neófitos) llevan más de cinco años esperando su pista estable, definitiva, bien equipada.

Chiclana tiene tres. El Puerto de Santa María cuenta con dos. Sevilla, sólo tiene otras tres. Jerez disfruta de una. Cádiz sigue esperando. La paciencia de los jóvenes aficionados (de 12 a 35 años mayoritariamente) se agota. Tanto es así que han decidido conquistar, ocupar pacíficamente, un solar abandonado en Zona Franca, al borde de la vía por la que miles de coches pasan cada hora para tomar o dejar el Puente José León de Carranza. La improvisada pista de 'skate' es el solar que sirviera de superficie al establecimiento Viveros Cádiz. Está ubicado junto a las que fueran oficinas de la autopista de peaje, entre Hiper Cádiz y Altadis. Como si fuera un guiño a los patinadores, su rincón está junto a una pendiente, la del viejo puente que dentro de poco ya no será el único. Allí, cada día van cinco, diez chavales, como mínimo.

Acróbatas y albañiles

Hartos de esperar a que el Ayuntamiento cumpla la promesa de construir el 'skate park', han decidido improvisar uno. Llevan los materiales, hacen la mezcla y levantan rampas, fijan pasarelas, crean cubos... todos los elementos, obstáculos, alicientes y juguetes que un patinador ( 'skater') necesita para retarse diariamente, para competir con sus compañeros o contra sí mismo.

Empezaron a concentrarse en noviembre y, actualmente, superan el centenar algunas mañanas de sábados y domingos. Tienen que quitar los jaramagos, sortear charcos, rogar que no llueva y limpiar escombros antes de disfrutar. Eso sí, están preparados. Llevan escobas, carritos de la compra, cemento, tablones... todo lo necesario. Antes de jugar, hay que sufrir.

«Todo lo que hay aquí lo han preparado los chavales que vienen, con su esfuerzo», asegura José Luis de Francisco, Selu, uno de los impulsores de la plataforma.

A pesar de las limitaciones, han conseguido crear citas a fecha fija y con buen ambiente. Una pared 'grafiteada' con el título 'skate park' y algún cartel reivindicativo forman la única decoración del espacio. Con todo, han sido capaces de convertir el descampado en un lugar de encuentro.

«Los fines de semanas que organizamos competiciones o concentraciones, vienen chavales de Alcalá, Chiclana o El Puerto, aunque allí tienen un 'skate park' de verdad». Sin embargo, la ilusión por defender su afición, su estilo de vida, es atractiva: «Aquí ponemos incluso un tenderete, una barrita con bebidas sin alcohol, que no lo permitimos, incluso una barbacoa para picar algo... Se crea muy buen ambiente».

Por ahora, nadie les molesta. «La Policía Local nos saluda al pasar», detalla Selu. «Sabe que no hacemos nada malo ni molestamos a nadie. Incluso, algunos padres vienen a acompañar a sus hijos las mañanas de los sábados y los domingos. Me da vergüenza que vean cómo está todo esto. Me gustaría que vieran una pista de verdad, pero por otro lado se dan cuenta del buen rollo que hay, se quedan tranquilos por esa parte».

La insistencia de su petición y el maduro empeño que muestran personas tan jóvenes incluso les ha valido alguna complicidad muy representativa. Ya tienen la ayuda económica de algunos empresarios de la ciudad, como José Otero, propietario de la cadena de tiendas Absolut y corresponsable de la discoteca Ohjú! en Los Caños de Meca. Simplemente, cree en ellos. Piensa que tienen razón y que su reclamación merece la pena. Ha costeado algunas de sus diminutas obras.

Vuelva usted en primavera

La filosofía de ocio, entre estética y deportiva, de cualquier modalidad de patinaje es la base de su reivindicación: «Sólo queremos un sitio en el que patinar. En todas las ciudades lo tienen. A nosotros nos lo prometen cada primavera, pero nada. Si tuviéramos un 'skate park' por cada vez que nos lo han prometido, ya tendríamos cuatro», añade espontáneamente Álvaro, uno de los patinadores que ha pasado esa tarde a practicar. Hace apenas dos meses, algunos representantes del grupo de 'skaters' gaditanos volvió a reunirse con el concejal de Deportes, Vicente Sánchez. «Nos aseguró que el compromiso de hacer una pista sigue en pie. Nos cuentan que las obras empezarán en enero y estarán listas en primavera... El proyecto es que tenga 170 metros de largo por 90 de ancho. Nos parece suficiente, aunque nos hubiera gustado participar más en el diseño», admiten Selu y Álvaro ya rodeados de compañeros.

Con las características que sea, todos coinciden en resumir su deseo: «'Skate park', ya». Ojalá sea esta primavera. Está proyectado en el complejo deportivo de la Zona Franca, junto al nuevo campo de fútbol, tras Mercadona y el solar del futuro hospital Puerta del Mar.

«Este tipo de instalaciones son baratas, sólo llevan cemento y mallas. Son menos costosas y más simples que cualquier cancha de baloncesto, podrían construirse en 15 días si se lo propusieran», recuerda José Luis de Francisco para reforzar la prisa que tienen por ver cumplido el compromiso.

«Además, Teófila lo ha puesto en el programa electoral varias veces. Yo lo he visto», añade un quinceañero que rodea la conversación, a cierta velocidad, sin bajarse del monopatín.

Mientras llega el cumplimiento, siguen en su solar abandonado, sucio pese a sus esfuerzos, encharcado, sin techo «nos lo quitaron por molestar», a medio construir rampas y barandillas gracias a su esfuerzo. Su afición, en cambio, tiene cimientos sólidos. No se hunde.