ANABOLIZANTE

Merry Christmas

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Llegó la Navidad. Y cada año la odio más. La Navidad está hecha para los niños, eso está claro. Y para los que tienen dinero. Y sobra decir que no estoy incluida en ninguno de los dos grupos. En Madrid la Navidad se vive como en todos sitios, pero a lo bestia. El número de gente en la calle, ansiosa por comprar pamplinas, se multiplica por mil, y las colas se hacen interminables. Es increíble, todo lleno de colas. Como le digo a mi hermana: en Madrid tú pones un negocio de pegar hostias, y la gente hace cola, te lo juro. El negocio del futuro está aquí en Madrid. Gestionadores de colas.

Del carnaval se puede huir, también de la Semana Santa, y hasta de la Feria de Sevilla se puede huir. Pero no de la Navidad. La Navidad te persigue hasta el último de los rincones, porque es la gran verbena del capitalismo. Qué tremendo, una fiesta religiosa que se ha convertido en la exaltación del consumismo por excelencia. ¿Tendrán finalmente algo que ver religión y consumismo? ¿Serán parte de la misma estrategia para tenernos entretenidos y que no pensemos demasiado en otras cosas?

La Navidad hay que celebrarla sí o sí, tenga uno ganas o no. Porque si no la celebras, si por casualidad un año decides hacer objeción de conciencia y pasarla por alto, al final terminas sintiéndote mezquino, asocial, huraño, mala persona en definitiva.

Pero es que yo no tengo ganas de Navidad, qué le voy a hacer. Es posible que al final incluso pase un par de días agradables con la familia, incluso que me emocione con la llegada del nuevo año. Pero ahora, en este momento, no tengo ganas de Papá Noel, ni de turrones, que nunca me han gustado desde que me empaché de pequeña de turrón blando El Lobo. Tampoco tengo ganas de adornar la casa ni de cantar villancicos ni de lanzarme a la calle a última hora para buscar regalos absurdos (¿alguien sabe un a alternativa a las corbatas y los calcetines, eterno y recurrente regalo para los padres?). No tengo ganas de ver anuncios de colonia, de juguetes, ni de Freixenet, que para colmo este año es el mismo.

La Navidad. Qué pereza, por favor. Bueno, les dejo, quiero acostarme tempranito que mañana, justamente, tengo reunión Navideña con los colegas gaditanos que viven en Madrid, que vamos a hacer un amigo invisible, y todavía tengo que buscar el regalo. En fin.