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El mejor Obama

CÁTEDRA JEAN MONNET-IE Actualizado: Guardar
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El discurso que pronunció ayer Barack Obama en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz debería pasar a la historia como una de sus mejores intervenciones públicas. Sabemos que durante las siete horas de vuelo desde Washington el presidente estadounidense corrigió y reescribió buena parte del borrador. El resultado fue magnífico. En Oslo pudimos escuchar de nuevo al mejor Obama, disertando sobre la guerra y la paz sin eslogans ni simplificaciones y aceptando con realismo y sofisticación intelectual la gran complejidad de esta cuestión. Justificó con valentía la guerra en Afganistán y el reciente refuerzo de efectivos a partir de la doctrina clásica de la guerra justa, aquella que es necesaria y moral. Definió como rasgo propio de la política de EE UU el respeto a estándares éticos durante una guerra, en clara alusión a los errores pasados de su país en Guantánamo y en Irak, y en la importancia de respetar sus propios valores en tiempo de guerra, cuando se defienden mediante el uso de la fuerza. Afirmó con clarividencia 'hobbesiana' que los conflictos seguirían existiendo durante toda nuestra vida y, no obstante, enunció su aspiración a un mundo sin armas nucleares, capaz de afrontar el cambio climático y de devolver la estabilidad a zonas como Afganistán, en las que lo fácil sería desistir.

Por si fuera poco, además Obama admitió que su premio le llegaba de forma prematura y que no podía comparársele con otros ganadores de este Nobel como Martin Luther King, George Marshall o Nelson Mandela, a los que rindió tributo. Un discurso redondo, sin concesiones a la galería, capaz de inspirar y de hacer pensar.

Sólo hay un gesto que para muchos 'obamitas' habría superado el contenido de esta disertación: el día en el que se anunció la decisión del jurado del Nobel de la Paz haber comparecido ante la prensa y con la misma autoridad y humildad decir «no puedo aceptar este galardón porque corresponde antes que a mí a muchas otras personas que ya han probado con trayectorias ejemplares su compromiso con este ideal. Muchas gracias, dentro de veinticinco años me gustaría llegar a merecer el honor de ser considerado de nuevo candidato a este premio».