El precio del ajo se ha multiplicado hasta por cuarenta en algunas provincias chinas. :: GUANG NIU/REUTERS.
Sociedad

Ajos mejor que oro

La gripe A dispara en China el precio del ajo, remedio de la medicina tradicional. Productores e intermediarios están amasando fortunas

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Ni metales preciosos, ni acciones en bolsa. El objeto del deseo de los inversores chinos de esta temporada tiene una naturaleza mucho más humilde: el ajo. Y no es que haya una plaga de vampiros aunque, sin duda, el auge de la popularidad de este vegetal tiene que ver con una criatura poco deseable: el virus H1N1. Gracias a la gripe A, el precio medio del ajo se ha cuadruplicado desde marzo, y en provincias como Shandong, al norte del país, se ha multiplicado hasta por cuarenta. En Pekín, el medio kilo no alcanzaba 1 yuan (10 céntimos de euro) y ahora no baja de 9 yuanes. Así, unos pocos agricultores y muchos intermediarios se han hecho millonarios en cuestión de semanas.

Según el diario oficial 'China Daily', todo empezó en una escuela de Hangzhou, al este de China, cuando los profesores decidieron obligar a los estudiantes a comer ajo todos los días. Les explicaban que, según la medicina tradicional, es el mejor ingrediente para mantenerse sano ante la pandemia de gripe, ya que entre sus propiedades curativas se le atribuye la capacidad de limpiar el cuerpo de parásitos y de prevenir enfermedades del sistema respiratorio. Los vecinos tomaron nota y se lanzaron en masa a los supermercados, donde todavía es complicado encontrar estos deseados bulbos.

El Toyota de Shao

Otros medios de comunicación, como el 'China Business News', aseguran que todo se debe a la especulación de empresarios del carbón, que han comprado ingentes sumas de ajo para almacenarlas y provocar una escasez en el mercado. El temor a la gripe A, cuyo avance resulta imparable en China, habría hecho el resto. Hasta el momento han muerto casi 200 personas por esta enfermedad, incluidas cuatro a las que se había inoculado previamente la versión china de la vacuna, y el número de fallecidos se duplica cada semana.

En cualquier caso, lo cierto es que algunos avispados están sacando buena tajada. Ayer, el rotativo 'China Daily' traía en portada la historia de «un joven desempleado de 22 años que, sin haber acabado siquiera la educación secundaria, ahora conduce un Toyota de 180.000 yuanes (18.000 euros) que se ha comprado gracias al éxito de sus operaciones en el mercado del ajo». En realidad, lo que hizo Shao Mingqing fue pedir prestado el dinero que le costaban 100 toneladas de ajo en septiembre, cuando el kilo estaba a 3,2 yuanes (32 céntimos de euro). Un mes más tarde vendió la mercancía, que ni siquiera había visto, a 7,2 yuanes (72 céntimos de euro). «He conseguido un beneficio de 400.000 yuanes (40.000 euros)», cuenta orgulloso al periódico chino, posando frente a su flamante vehículo y con una ristra de la hortaliza en la mano.

Lo sucedido con el ajo en China es sólo una llamativa muestra de lo que se reproduce a escala mundial en los mercados de alimentos, donde grandes especuladores juegan con las necesidades básicas de la población, manipulando artificialmente los precios de cereales y vegetales cuyo almacenamiento es sencillo. En este caso, teniendo en cuenta que el ajo no es un alimento imprescindible en la dieta china, las autoridades se han limitado a enviar un mensaje de calma: «No hay evidencia científica de que proteja contra la gripe A. Tanto el ajo como el chile no son efectivos (...). Ambos ingredientes pueden ayudar a la población a mantenerse sana y mejorar sus funciones digestivas, pero no previenen contra la gripe». Otro gallo cantaría si, en vez del ajo, fuera el arroz el centro de la polémica.