Messi, con el Balón de Oro. :: AP
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La servilleta del Balón de Oro

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Fue en un trozo de papel, en una servilleta del Club de Tenis Pompeya, en el que se plasmó el futuro de Leo Messi. Octubre de 2000. A un lado de la mesa, Horacio Gaggioli, que velaba por los intereses del argentino; al otro lado, Carles Rexach, entonces director deportivo del Barcelona. El técnico le había visto jugar en una cinta de vídeo, primero, y después en el campo 3, anexo al Miniestadi. No necesitaba más. Tenía una gema entre manos y no estaba dispuesto a perderla. El Barcelona se movía lento en los despachos y él tomó la iniciativa. Dio su palabra y firmó en aquella servilleta para comprometerse con la familia del chaval. Decía, más o menos, que la entidad cumpliría una serie de condiciones si 'La Pulga' ingresaba en el fútbol base azulgrana. Y así fue.

Su padre, Jorge, se sentó a negociar con el River Plate -equipo que le pretendía hace nueve años- y sólo pidió una cosa: que costearan el tratamiento de crecimiento del chaval. Se negaron. Entonces entró en escena Minguella y pidió a Rexach que hiciera una prueba a 'La Pulga'.

Messi, con apenas 13 años, convenció de inmediato al cuerpo técnico e ingresó en el fútbol base. Su padre se vino a la Ciudad Condal para acompañar a su hijo y a trabajar. En realidad, esto último formaba parte del acuerdo y el club se encargó de buscarle un empleo. A partir de ahí, el astro argentino no ha hecho otra cosa que crecer. Ayer, el argentino recibió el premio que le acredita como el mejor jugador del mundo: el preciado Balón de Oro.