PAN Y CIRCO

Excusas y pretextos

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Javi Gracia, en sus declaraciones tras el partido, al menos fue sincero y no cayó en la frecuente tentación de buscar excusas a la derrota y al mal juego. El Villarreal jugó bien y el Cádiz lo hizo mal; por eso, en esta ocasión, el resultado refleja los méritos de cada equipo. El viaje en autobús y la expulsión de Casilla no justifican tal comportamiento y ni siquiera son atenuantes para evaluar la escasez de ideas, la debilidad defensiva y la inoperancia ofensiva. Estamos de acuerdo en que el sacrificio, el trabajo y la disciplina exigibles al comienzo de la temporada son condiciones innegociables para que, al menos, el equipo mantenga las constantes vitales. Cualquier descuido en estos aspectos fundamentales constituirían serios síntomas de una frivolidad profesional que serían duramente juzgados por el único tribunal competente: la afición. Pero hemos de reconocer que estas exigencias mínimas no son suficientes para evitar otro descalabro cuyas consecuencias serían graves para los profesionales y para la entidad. Por eso pedimos al entrenador y a los responsables que, además de reconocer los fallos, hagan un diagnóstico acertado y busquen las soluciones adecuadas. ¿Por qué el equipo sigue sin funcionar? ¿Falta la calidad exigible a un conjunto de Segunda División? ¿Es eficaz el sistema empleado? ¿Son urgentes algunos refuerzos? ¿Es correcta la preparación física? Nos gustaría que a estas y a otras similares preguntas nos respondieran el entrenador y el director deportivo. Reconocer que el equipo jugó mal y que, por lo tanto, mereció la derrota es una muestra de sinceridad que honra al técnico, pero no constituye un argumento válido para disipar las dudas de la afición ni, mucho menos, un estimulo para elevar la confianza, esa esperanza, razonable y fundamentada, en que ellos podrán y sabrán superar las dificultades y vencer los obstáculos imprevistos.