Opinion

Fin de la anomalía

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LA aprobación ayer por el Parlamento vasco de sendas solicitudes para que Euskadi vuelva a acoger tanto la Vuelta Ciclista a España como partidos de la selección de fútbol se ha convertido en noticia al tratarse de la primera vez en que el Legislativo refrenda dos iniciativas semejantes. Lo anómalo no es que se haya avalado la petición, sino que este asunto haya sido objeto de debates en la Cámara de Vitoria, en los que el deporte se ha transformado en una preocupante proyección de la división entre nacionalistas y no nacionalistas; entre dos modos contrapuestos de entender la identidad y el sentido de pertenencia al País Vasco y a España; entre dos maneras de afrontar la necesaria respuesta política y social frente a ETA. Supeditar a la desaparición de la banda, como hizo ayer el senador del PNV Iñaki Anasagasti, el retorno de la selección española y de la Vuelta, ausentes ambas de Euskadi nada menos que desde 1967 y 1978, supone seguir concediendo una capacidad de coacción a la amenaza etarra inasumible para el Estado de Derecho e incompatible con la deslegitimación que exige la continuidad de la violencia. Si éste fuera el motivo para excluir dos convocatorias deportivas tan relevantes de una tierra con una arraigada afición al fútbol y al ciclismo, sería razón suficiente para haber adoptado la posición contraria a la que, hasta ayer, venía manteniendo el Parlamento vasco: porque cualquier espacio concedido al terror supone una intolerable cesión al miedo que ETA trata de inocular en la sociedad. Pero más allá de la pretendida seguridad, los argumentos que han prevalecido en la hasta ahora mayoría nacionalista han tenido más que ver con la parcial y excluyente identificación de la selección española y de la Vuelta Ciclista como expresiones supuestamente ajenas a lo vasco. Esta inclinación sesgada, que ya afloró en comentarios despectivos hacia el triunfo de La roja en la Eurocopa, revela la negación a reconocer la realidad de aquellos vascos a los que les gustaría que no se les privara de espectáculos a los que también se sienten vinculados.