vuelta de hoja

Comparar

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Las comparaciones son odiosas, pero no siempre es cierto. En general sólo lo son para las partes comparadas. Si a mí, por buscar un ejemplo insignificante, aunque el más cercano que tengo, me comparara alguien con Larra o con César González Ruano, aparte de hacerme un honor, me haría la puñeta. En cambio no es improbable que saliera favorecido en el cotejo con algunos contemporáneos que ejercen el mismo oficio y ganan un dinero extra con la práctica del chantaje, o de lo que es casi peor, con la subvencionada adhesión a un partido político.

Estos últimos, al fin y al cabo, tienen la coartada de que no comulgan con sus propias ideas.

Ahora están de moda las comparaciones basadas en el dinero que ganan, mejor sería decir que perciben, las partes comparadas. Nos enteramos, sin rencor y sin envidia, de las cifras que se barajan por confesar en la tele cosas inconfesables. Quizá para evitar los agravios comparativos lo mejor sea hacer zaping. Nos cuentan que el chófer de la Pantoja y el ex conductor de Julián Muñoz, ex alcalde de Marbella, y anteriormente El Cachuli, ha cobrado por una noche locuaz en la pequeña pantalla unos 200.000 euros. Los mileuristas, que por cierto ahora se consideran unos privilegiados cuando se comparan con los que han perdido su empleo, tardarían doscientos meses en reunir esa cantidad.

Nadie ha acertado a resumir mejor estas valoraciones que el llamado Coto Matamoros, que jamás defrauda a su numerosa afición.

Recién salido de la trena, ha dicho, en una sintética declaración de sus proyectos: «Me voy a forrar». La cárcel es un máster y hay presididos más prestigiosos que otros. Cuando se sale, si el reo es más simpático o más atractivo, tiene garantizadas las ofertas de trabajo.