Se vende estudio

No quisiera verme en la piel de los vecinos que van a padecer las consecuencias del rodaje. Ellos son los más perjudicados de esta historia. Son los que van a soportar incomodidades durante una semana a cambio de nada. Una vez más, este sitio se vuelve escenario, marco incomparable, y pesadilla de sus propios moradores. Quienes no viven en el centro lo idealizan. Lo añoran como la zona privilegiada que debería ser. Pero sin embargo cada vez compensa menos vivir en Cádiz. Y aunque algunos jóvenes lo intentan con ilusión, finalmente, son pocos los que no se rinden y se marchan a otros lugares.

Apenas hay ventajas para los habitantes del casco histórico. Con aceras inútiles, muchas de sus calles son intransitables. Excepto para los ciclomotores. Esos no entienden de señales verticales. Los transportes públicos no pasan de su perímetro, aunque el camión de basuras tiene patente de corso para llevar de madrugada su alegre pasacalles hasta el último rincón. Es casi imposible encontrar aparcamiento. Y no se conciben las cargas y descargas más que para los mayoristas. No es suficiente con que obliguemos al vecino del centro a huir en Carnaval, sino que ahora además tendrá que estar pendiente de las ocurrencias de los productores de Hollywood.

Para eso ha quedado el Cádiz que recuerdan los beduinos que no sufren sus cotidianas tribulaciones. Para complacer los caprichos de políticos, cineastas, turistas...los intereses de todos menos de sus habitantes.

Lo que haga falta para obtener los inciertos efectos y beneficios de una supuesta promoción turística que la mayor parte de las veces no pasa de lo subliminal.

Pues bien, hagamos de Cádiz un enorme estudio cinematográfico de atractivo irresistible para el visitante. Que esta ciudadela amurallada sea por fin el parque temático que tantos soñadores han imaginado. Pero, para ello es necesario principalmente que sus inquilinos sean los primeros en sentirse a gusto en ella. Eso, o terminar de aburrir de una vez por todas a los que quedan por irse.