El ex presidente polaco Lech Walesa empuja una de las fichas del dominó que recuerda al Muro./ REUTERS
MUNDO

Día de sauna

Angela Merkel, que hace dos décadas mantuvo su hábito de disfrutar de un baño de calor, vuelve a cruzar el paso de Bornholmer

BERLÍN Actualizado: Guardar
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Una joven física del Berlín Este llamada Angela Merkel tenía hace veinte años una costumbre casi religiosa cada jueves. Después de su trabajo en la Academia de Ciencias, la incipiente doctora acudía a la sauna. Y lo mismo hizo, en esa ocasión acompañada de una amiga, el 9 de noviembre de 1989 a pesar de haber escuchado la rueda de prensa en la que Günter Schabowsky, portavoz del comité central de la RDA, anunció la apertura del Muro. «Cuando regresé a casa después del trabajo vi a Schabowsky en televisión, pero no tenía muy claro el alcance de lo que había dicho, aunque llamé a mi madre para comentarle que me parecía que iban a abrir el Muro. De cualquier forma, como era jueves, decidí ir a la sauna», recordó la actual canciller alemana.

Cuando Merkel abandonó la sauna se dirigió a un bar para tomar una cerveza con su amiga. Fue entonces cuando se dio cuenta que algo inusual estaba sucediendo. «Al salir a la calle me uní a la marea de gente y estaba feliz con todos los demás por ese día increíble», añadió. Arrastrada por la multitud, la joven Angela llegó hasta el puesto fronterizo de la Bornholmerstrasse, que para entonces ya había abierto el ex teniente coronel de la Stasi Harald Jäger, y cruzó por primera vez en su vida a la parte occidental. Esa noche, la futura jefa de Gobierno celebró con una lata de cerveza la caída del Muro en la casa de unos desconocidos.

Paso simbólico

Dos décadas después, Merkel regresó ayer nuevamente al antiguo control de la calle Bornholm, esta vez a bordo de una limusina blindada y acompañada por Mijaíl Gorbachov y Lech Walesa, para atravesar de forma simbólica la antigua frontera que durante casi treinta años dividió la capital germana.

El primer acto público dedicado a conmemorar el vigésimo aniversario de la apertura del Muro fue breve pero emotivo. Después de cruzar el largo puente que unía entonces los sectores oriental y occidental de la ciudad, Merkel cogió un micrófono y convertida en una improvisada periodista entrevistó a un matrimonio que el 9 de noviembre de 1989 también había atravesado el paso de la Bornholmstrasse.

En el mismo lugar donde Jäger ordenó levantar las barreras sin consultar a sus superiores, la canciller también quiso rendir un nuevo homenaje al último mandatario soviético y al antiguo líder sindical polaco al recordar el significado que tuvieron en la destrucción del Muro. «Fue el resultado de una larga historia de opresión y de lucha contra la falta de libertad», declaró Merkel. «Antes de que llegara la hora feliz muchos sufrieron a causa de esa barrera», agregó. Fue entonces cuando dirigió su mirada hacia Walesa para rememorar la lucha contra el sistema comunista que inició el sindicato Solidaridad.

«El movimiento sindical en Polonia fue un alzamiento valeroso y un increíble aliciente para la población de la RDA», manifestó la canciller. «Usted tuvo el valor de permitir que los sucesos siguieran su curso», añadió al recordar esta vez las decisiones que adoptó Gorbachov en los días previos a la caída del Muro y los pasos posteriores para encauzar la reunificación alemana, que culminó el 3 de octubre de 1990. «Y eso fue mucho más de lo que podríamos haber esperado. Le doy las gracias», dijo Merkel.

Pero no fue todo. Desde el antiguo puesto fronterizo, la líder democristiana recordó que el 9 de noviembre de hace veinte años fue un día histórico para los alemanes y para toda Europa