La almazara tradicional espereña. / L. V.
Ciudadanos

Más de un siglo de oficio

Cinco generaciones de la familia Vega se han esmerado durante 131 años en mimar al 'oro líquido' de Espera

ESPERA Actualizado: Guardar
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Pensar en la producción artesanal de aceite en la Sierra de Cádiz es poner los ojos en una de las almazaras más típicas de la zona, el Molino de Espera. El mismo comenzó a funcionar en 1878 y desde entonces ha mantenido su carácter de empresa familiar, habiendo pasado ya por él unas cinco generaciones. Actualmente es Domingo Vega el que lleva las riendas del negocio y lucha por mantener la cuota de mercado que tienen. En total producen unos 200.000 litros de aceite que distribuyen sólo a través de la venta directa.

En 2003 dieron un paso adelante y construyeron unas instalaciones nuevas a las afueras del pueblo aunque mantienen su sede en un edificio típicamente andaluz del siglo XVIII, la Casa de los Diezmos, declarado recientemente Bien de Interés Cultural. «Esta instalación es muy encantadora pero hay un momento que tenemos que dar pasos para mejorar la productividad y mantener la calidad del producto», aseguró Vega.

Esta instalación se pretende que sea uno de los ejes del desarrollo cultural y turístico de Espera. La intención del Ayuntamiento es la de poner en marcha en el mismo una iniciativa hotelera y hostelera que se encuentra un tanto paralizada por la situación económica. No obstante, este lugar siempre estará ligado a la venta del aceite y allí permanecerá el punto de venta de esta empresa.

Materia prima

La materia prima para crear un aceite de alta calidad se encuentra, además de en el saber hacer de una familia muy vinculada a este producto, en la calidad de las materias primas. De hecho, las aceitunas provienen de pequeñas explotaciones de agricultores de Espera, Arcos, Bornos, Villamartín, Las Cabezas de San Juan, Lebrija, El Cuervo, Alcalá de los Gazules y Jerez, principalmente. Además, se tiene en cuenta que las aceitunas sean recolectadas al vuelo, desechando las que se han caído del árbol. Dichos agricultores cobran parte de las aceitunas que entregan en el aceite terminado por lo que se sigue practicando el trueque. «Es el resultado de la perfecta fusión de diferentes variedades de aceituna, lo que da lugar a un sano y nutritivo zumo de frutas», destaca Vega.