CRÍTICA DE TV

Melilla

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Hay en Melilla un jaleo impresionante por un programa de La Sexta. El llamado Follonero, que es Jordi Évole, fue a la ciudad autónoma para rodar una edición de Salvados. El programa tuvo este fin de semana una cuota del 4,5%, algo más de 800.000 espectadores. Más bien poca gente. Pero la suficiente para que en Melilla se suban por las paredes. ¿Por qué? Por la imagen deliberadamente grotesca que La Sexta ha dado de esta ciudad. Por decirlo en dos palabras, Évole ha retratado Melilla como si fuera una sórdida reminiscencia colonial donde los ricos blancos gozan de los campos de golf mientras, a su alrededor, la pobreza devora a las explotadas masas de inmigrantes y marroquíes. Para colmo, Évole venía a contarnos que toda esa gente vive tan bien gracias al contrabando, que engorda ilegalmente a expensas de los pobres vecinos marroquíes. Por supuesto, no dijo ni una palabra sobre los miles de marroquíes que anualmente son atendidos -sin tener derecho a ello- por la Sanidad española en esta plaza. El reportaje sólo ha gustado, al parecer, al jefe de los socialistas de Melilla, que se llama Dionisio Muñoz. La mayoría de los melillenses piensa lo contrario, y para muestra puede verse el artículo de Mohamed Toufik Diouri Yelul en Melilla hoy: «Un humor barato y malintencionado -escribe Mohamed- hizo que Melilla fuese retratada en su trasero, como si para entender lo que es la Gran Vía de Madrid fuese imperativo fotografiar sus calles adyacentes plenas de prostitución; como si para conocer la vida sevillana hubiese que entrevistar a un comunero del asentamiento chabolista del Vacie; o sencillamente, si para conocer a la Sexta hubiese que indagar en los bajos fondos de sus connivencias con el poder central». No se puede decir mejor. Hay un cierto tipo de periodista televisivo que se considera con derecho a escupir sobre todo el mundo en nombre del humorismo. En La Sexta abunda particularmente este espécimen. Pero a nosotros, simples espectadores, debe valernos para confirmar lo fácil que resulta manipular la realidad. Y en cuanto a Évole, hay que proponerle que haga algo parecido sobre Gibraltar o, incluso mejor, sobre Tánger, dada la benevolencia de las autoridades locales. Seguro que el Follonero, tan valiente, se atreve.