ANABOLIZANTE

martirio

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Martirio ha celebrado en estos días sus 25 años en la música con un concierto entrañable en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. La acompañaban al piano el maestro Jesús Lavilla, de Cádiz por cierto, y a la guitarra Raúl Rodríguez, su hijo, por cierto.

Martirio hizo un espléndido repaso de los temas más sonados de su carrera. Hubo espacio para todo: tanto para su faceta más humorística, que fue la que le dio la popularidad (espectacular versión del Tú eres mi marío), como para su lado más íntimo y más emotivo, con temas con maravillosos arreglos, como la bellísima Torre de Arena o sus jazzísticosOjos Verdes. Seria o cachonda, emocionante o divertida, Martirio dio una lección de arte sobre el escenario, interpretando en todo momento cada canción de una manera auténtica, haciéndola suya y haciéndola grande. En el tango de Gardel, Volver, entonado a compás de bulerías, tuvo un recuerdo para su admiradísimo Chano Lobato. En Quisiera amarte menos, emocionó su homenaje a Chavela Vargas. Y con el tema que abrió el concierto, El Productor, aprovechó para reconocer en público su deuda permanente con el hombre gracias al cual su carrera echó a andar: Kiko Veneno, quien por cierto se encontraba entre el público, igualmente emocionado y entregado a esta artista que llena el escenario con su poderosa personalidad, su ironía, sus discursos ingeniosos llenos de gracia, sus giros melódicos originales y emocionantes.

Martirio pudo haber escogido en su día el camino fácil, el de la parodia y el chiste, que tan bien domina y por el cual saltó a la fama. Pudo haberse forrado, como ella misma dice. Pero a cambio escogió la escondida senda de la investigación, de la creación sutil y elegante, del buen gusto y de las cosas hechas con el corazón y con los cinco sentidos. Y desde luego que, después de ver el espectáculo del otro día, está claro que no se equivocó. Ole y ole.