Seguidores del partido Fianna Fail celebran, levantando pancartas, el triunfo del 'sí' en el referéndum. / AFP
MUNDO

Irlanda tranquiliza a Europa

Los votantes dan un rotundo 'sí' al Tratado de Lisboa un año después de rechazarlo empujados por la mala situación económica

CORRESPONSAL. LONDRES Actualizado: Guardar
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Dos de cada tres votantes irlandeses respaldaron el Tratado de Lisboa en el segundo referéndum celebrado el viernes en el país, una fórmula que no se ha llevado a cabo en ninguno de los otros veintiséis Estados miembros de la UE. Tras el apoyo en las urnas, la ratificación del texto comunitario queda pendiente de maniobras legales y políticas en la República Checa y Polonia y de si la resolución de esas últimas trabas llega antes que las elecciones británicas.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, saludó la decisión de los irlandeses. «Mi mensaje hoy (por ayer) es muy simple», dijo desde Bruselas. «Gracias Irlanda. Es un gran día para Irlanda y un gran día para Europa. Estoy extremadamente feliz por el resultado concluyente de este referéndum». Y añadió: «Todos los Estados miembros han aprobado ya democráticamente el Tratado de Lisboa, sea por la vía del referéndum o del voto en sus parlamentos. Veo el sí como una señal de confianza de los irlandeses en la Unión Europea, una señal de que Irlanda reconoce el papel que la UE ha desempeñado en respuesta a la crisis económica».

Tras conocerse suficientes resultados como para garantizar la victoria del , Barroso habló con el jefe del Gobierno de Dublín, Brian Cowen, que, tras el rechazo al Tratado en la consulta celebrada el pasado año, negoció con la Comisión y el Consejo un texto bilateral con garantías específicas que aliviaran los temores de los irlandeses que habían votado no. Cowen se declaró «contento de ser capaz de decir que el referéndum sobre el Tratado de Lisboa ha sido ganado de manera decisiva». «Nuestra nación ha dado un paso decidido hacia una Irlanda más fuerte, más justa y mejor y hacia una Europa más fuerte, más justa y mejor. Los irlandeses han apoyado las reformas de tal modo que la UE pueda ser más eficaz para tratar las preocupaciones globales que encaramos».

Situación difícil

Pero el ministro de Hacienda, Brian Lenihan, expresó el tono sobrio de la victoria: «El Gobierno no se va a fiestas de celebración. Estamos en una situación muy difícil y ésa es precisamente la razón por la que la gente ha votado , porque los irlandeses saben que nuestros mercados y nuestro futuro económico están con otros países europeos. Éste es un paso esencial hacia la recuperación económica».

El resultado del referéndum en cifras es rotundo: el 67,1% de los votantes cruzó la casilla del en la papeleta que explicaba los cambios en la Constitución irlandesa a los que obliga la implementación del Tratado europeo. Y el 32,9% se decidió por el no. Hace un año, el no ganó por 53,4% contra 46,6%. Sólo en dos circunscripciones, en el condado de Donegal, en el noroeste de la isla, se impuso el no y con diferencias de votos muy pequeñas. En una circunscripción de Dublín, el dominó con el 82%; en otra, al sur de Dublín, con el 81%. La participación, relativamente alta para este tipo de consultas, fue del 58% de los algo más de tres millones de posibles votantes. En el referéndum del pasado año, la afluencia a las urnas fue del 53,1%.

Declan Ganley, que creó el partido Libertas para defender el rechazo al Tratado en el referéndum de 2008 y que, tras su renuncia a la política al no salir elegido en las elecciones europeas de junio regresó en el tramo final de la campaña, reconoció que el resultado significa el fin del debate en Irlanda. Ganley calificó como «magistral» la campaña del Gobierno -una coalición de Fianna Fail y los Verdes- y de los principales partidos de la oposición. Pero matizó que la calificaba de políticamente magistral porque el mensaje de que el 'sí' serviría para crear puestos de trabajo ha calado en una población atemorizada por el impacto que la crisis económica está teniendo en el empleo y en las finanzas del Estado. Y prometió que comparecerá públicamente dentro de un año para recordar si se ha cumplido esa promesa.

El presidente checo, Vaclav Klaus, se negó a comentar el resultado en Irlanda alegando que no puede hablar hasta que se conozca el veredicto del Tribunal Constitucional de su país sobre el recurso interpuesto contra la legalidad del texto comunitario.