Apuntes

Más que un club

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El supuesto espionaje sufrido en abril por cuatro vicepresidentes del Barcelona, candidatos a su vez a liderar el club, ha introducido un factor de zozobra en una entidad cuya brillantez en los terrenos de juego no concuerda con lo sucedido en sus despachos. La profesionalización del fútbol hace que ambos aspectos, la vida pública y privada de los equipos, no puedan disociarse, tal y como ha demostrado Guardiola al esforzarse en proteger a los suyos y su talento de las fricciones en la trastienda del poder. El episodio es lo suficientemente rocambolesco como para merecer que se depure si quienes están concernidos no quieren dañar la inmaculada imagen que se ha labrado el Barcelona. El hecho de que Joan Laporta haya atribuido parte de la polémica a un ataque personal subraya la tendencia a la egolatría de un presidente que olvida que el Barça se debe a todos y cada uno de sus socios.