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Detenido un empresario gaditano que simuló su desaparición hace 16 meses

Jenaro Jiménez Hernández, supuestamente ahogado en aguas de Tarifa, fue detenido ayer en Barajas tras bajar de un avión procendente de Sao Paulo Entró en contacto con la Policía para pactar su regreso su España

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Fingió su desaparición para huir de sus acreedores, huyó a Sudamérica sin que ningún familiar supiera de él y ahora, 15 meses después, decidió entregarse y solventar ante la Justicia española sus deudas económicas. En el camino de vuelta, sin embargo, fue detenido ayer por la Policía Nacional, cuando llegaba al aeropuerto de Barajas procedente de Paraguay.

Es la sorprendente historia de Jenaro Jiménez Hernández, el empresario gaditano de 42 años cuya desaparición en abril de 2008 (mientras pescaba en Tarifa) ha generado auténticos ríos de tinta durante el último año y medio, debido a las extrañas circunstancias en que se esfumó del mapa.

En un principio se sospechó que pudo haber muerto ahogado mientras pescaba. Pero con el tiempo, la sucesión de denuncias de los acreedores a los que debía dinero, hizo pensar a la policía que quizá la desaparición ocultaba en realidad una huida planeada. Y aunque nunca se descartó su posible muerte en el mar, sus datos fueron incluso puestos en conocimiento de la Interpol, que lo declaró en busca y captura por todo el mundo.

Esta orden, sin embargo, se disparó en la mañana de ayer en España. En el aeropuerto de Barajas, en Madrid. Cuando Jenaro intentó cruzar la frontera con su pasaporte, procedente de un vuelo de Brasil, y la Policía Nacional del aeropuerto lo detuvo.

Lo llamativo del hecho es que Jenaro viajaba, en realidad, hasta Jerez, donde curiosamente lo esperaban agentes de la Policía Nacional de la Comisaría de Cádiz para detenerlo. Días antes el empresario gaditano había negociado su entrega a la Justicia, con la intermediación de sus familiares, que sin embargo, no supieron de él hasta hace apenas un mes. La situación de la detención llegó al absurdo de que el propio Jenaro utilizó la llamada telefónica que se le concedió para avisar a los agentes en Jerez de que no llegaría a tiempo. Estaba detenido.

Las pesquisas de la Policía Nacional sobre el paradero de Jenaro Jiménez comenzaron en el mes de junio de 2008, poco después de que finalizasen las labores de búsqueda de la Guardia Civil y Salvamento Marítimo en las playas donde supuestamente el gaditano había sufrido el accidente: en Atlanterra. Se le daba ya casi por muerto. Incluso sus padres, sus amigos, y hasta su mujer -embarazada por aquel entonces de ocho meses-, temían un fin trágico para Jenaro.

Denuncias de acreedores

Pero algo no cuadraba: el cuerpo no aparecía y en Tarifa, apenas había indicios que hicieran pensar que el empresario se hubiese metido siquiera en el agua. Sólo se encontró su coche de alta gama -un BMW- aparcado cerca de la playa con una aleta de submarinismo.

Para más inri, en junio, comenzaron a llegar a la Comisaría de Cádiz constantes denuncias de personas que decían ser acreedores del empresarios, y que despertaron las lógicas sospechas de la Policía ante una posible desaparición fingida. El atestado, con las denuncias -algunas indicando incluso supuestas estafas-, fue enviado al Juez de Instrucción Número 2 de Algeciras, que abrió diligencias ante un suceso tan sospechoso. Y la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia de la Comisaría provincial de Cádiz se hizo cargo de la búsqueda del empresario.

Dos líneas de investigación

Las indagaciones sobre el paradero seguían dos líneas de investigación paralelas: una nunca descartó el accidente en Tarifa. De hecho se enviaron muestras de ADN del desaparecido a las autoridades de Marruecos, para que lo cotejasen en el caso de la aparición de algún cuerpo en sus costas. Además, en el mes de julio de 2008, la aparición del cadáver de un hombre con un traje de neopreno a 13 millas del Cabo de Gata (Almería) hizo pensar en la aparición del cuerpo del empresario. Una posibilidad que aún seguía a la espera de las pruebas genéticas.

Sin embargo, cada tiempo que pasaba aumentaba el peso de la segunda línea de investigación: la fuga. La rumorología popular, además, comenzó a indicar que se había visto a Jenaro en puntos tan lejanos como México o Brasil. Así que, como adelantó LA VOZ hace justo un año, en agosto de 2008, la Policía Nacional recurrió a la Interpol para extender la orden de búsqueda por todo el mundo. El nombre del empresario aparecía en los archivos policiales como requerido por el juez de instrucción de Algeciras, que le imputaba presuntos delitos de estafa, apropiación indebida de dinero y falsedad documental.

Da señales de vida

Durante catorce meses, sus familiares vivieron en la desesperación de no saber qué había sido del gaditano, entre rumores que lo tachaban de ser un caradura en huida. Y aunque suponía creer que había muerto en el mar, la familia siempre confió en la versión del accidente.

Hace un mes, sin embargo, Jenaro dio señales de vida. Según fuentes policiales, el empresario se puso en contacto con un amigo explicando dónde se hallaba, a través de una llamada telefónica.

A partir de este momento la policía tuvo conocimiento de que el industrial gaditano estaba en la capital de Paraguay y que quería volver. Para evitar operaciones y detenciones en el extranjero, la Policía pidió a la familia y amigos que convencieran a Jenaro para que volviese y se entregase. Algo a lo que, en un principio parece que se resistió.

Finalmente, con la intermediación familiar, se acordaron los detalles de su viaje a España, donde sería detenido. Pero un cambio de última hora motivó su paso por Madrid, donde fue detenido contra todo pronóstico. Ayer, Jenaro Jiménez permanecía aún en los calabozos de la Policía Nacional en Madrid y hoy pasará a declarar ante el juez en los Juzgados de Plaza de Castilla. Aunque se espera que éste dicte su libertad con cargos, para que viaje a Cádiz y salde aquí su deuda con la Justicia.

Fueron las deudas las que lo hicieron escapar y las que descubrieron la mentira de su desaparición. Jenaro Jiménez Hernández escapó en abril de 2008 dejando tras de sí un pufo económico que podría ascender, según fuentes policiales, a más de 100.000 euros a diversos acreedores y socios. No sólo dejó de pagar diversas deudas contraídas en sus negocios, sino que incluso el juez de instrucción de Algeciras le imputa posibles estafas cometidas a través de sus empresas. De esa importante cantidad, con todo, se estima que pudo reservar unos 80.000 euros en metálico con los que sufragó la huída y costeó su vida en el extranjero.