PAN Y CIRCO

Los códigos éticos y el fútbol

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Hace unos cuantos años, concretamente poco antes de que los clubes tuviesen que acogerse a la Ley de Saneamiento para convertirse en sociedades anónimas, Augusto César Lendoiro soltó una de esas perlas que siempre se recordarán en el mundo del fútbol. El presidente gallego vino a decir algo así como que «el fútbol iba a perder el romanticismo en el momento en el que los clubes se convirtieran en empresas».

La experiencia reciente venía a darle la razón porque para los románticos gallegos no era lo mismo tener como entrenador a Arsenio Iglesias y como estandarte a Fran, que contar con Toshack como técnico y con Bebeto como figura. Era evidente que la competitividad era alta y los de Riazor se habían instalado en la zona noble y mantenerse requiere de un esfuerzo inversor, por encima de cualquier otras consideraciones sentimentales.

El Real Madrid no es una sociedad anónima pero su presidente tiene un concepto empresarial que a mí, particularmente, me gusta. La última temporada ha sido muy dura para los blancos y es lógico y entendible que el dueño de ACS haya querido revolucionar, en gran medida, el mercado con sus fichajes mediáticos. Las ventas de camisetas ya las tiene asegurada y sólo falta que el balón entre. Pero eso ya no depende de él. En Barcelona han puesto el grito en el cielo y han criticado a Florentino de manera despiadada. Sin embargo la operación para el fichaje de Ibrahimovic no parece un buen negocio, además de ignorar todo lo bueno hecho por Etoo en las últimas temporadas. Una auténtica paradoja.

Es curioso que siempre se hable de códigos éticos en función de las circunstancias. Esto se ha inventado para ganar, pero vender una marca invirtiendo dinero asegura el éxito previo.