Morir en Pamplona

Daniel Jimeno Romero, un joven de Alcalá de Henares de 27 años, es, desde ayer, el decimoquinto muerto en la historia de los encierros de San Fermín. Una cornada acabó con su vida de forma fulminante. Los nombres del toro -Capuchino- y de la ganadería -Jandilla- son irrelevantes, ante la magnitud de una tragedia que periódicamente sacude Pamplona para mostrar la crudeza de una tradición que juega con la vida. Y con cada nueva muerte se vuelve a plantear el sentido de mezclar fiesta y sufrimiento, de hacer del riesgo multitudinario el eje central de la celebración. Las medidas de seguridad se han incrementado, tratando el firme, entrenando a los cabestros para que la carrera sea más rápida, controlando a los corredores y extremando la asistencia médica. Pero el peligro es la esencia de la fiesta, con un rito iniciático, tan primario como atrayente, de alcance mundial. Hoy, por supuesto, habrá encierro.