ANÁLISIS

Geometría variopinta

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José Luis Rodríguez Zapatero quiso zanjar ayer con una inédita comparecencia conjunta en los jardines de la Moncloa la sombra de resignado asentimiento que planeó tras las elecciones vascas sobre la firme voluntad de Patxi López de convertirse en lehendakari. No es que esa determinación situara al presidente del Gobierno entre la espada de dejar escapar una oportunidad histórica de desbancar al PNV de Ajuria Enea y la pared de quedarse sin el único aliado estable y suficiente con que contaba ya en el Congreso. Pero es evidente que, como vino a reconocer ayer el propio presidente, la consumación del primer objetivo le ha supuesto a su Ejecutivo la pérdida del favor de los nacionalistas vascos y, con ello, ver agudizada la precariedad de su mayoría parlamentaria. Precariedad que se hace más profunda ante la constatación de que la mutua dependencia que se había creado entre el Gobierno de Zapatero y el de Ibarretxe a la hora de aprobar sus respectivos presupuestos ya no es tal: Patxi López puede aprobar los suyos con el PP, mientras que al presidente y su equipo les aguarda, salvo imprevisto, un otoño muy laborioso para tratar de sacar adelante unas Cuentas que, en los últimos ejercicios, habían prosperado gracias al respaldo del PNV.

El sacrificio que habría venido a suponer el cambio en Euskadi para el Gobierno de Zapatero conferiría así un valor añadido al paso adelante que ha transformado en lehendakari a López. Sin embargo, el despecho del partido de Urkullu no ha creado tanto un escollo nuevo para el PSOE, sino que, más bien, ha intensificado el problema de fondo que arrastran los socialistas desde que optaron por prescindir de los socios duraderos y confiables; desde que apostaron por la geometría variable y que les está conduciendo forzosamente a la promiscuidad parlamentaria. Aunque el limitado número de votaciones que ha perdido hasta ahora el Gobierno cuestiona que el PNV no esté participando de esa nueva dinámica por la que la debilidad del Ejecutivo está amparando coincidencias de lo más variopintas. Al fin y al cabo, los peneuvistas saben que en un Congreso muy fragmentado tan valioso es poder derrotar al Gobierno como salvarlo.