Cartas

El señorío de Nadal

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«La culpa es mía. No es una tragedia», ha comentado Nadal después de su derrota en París. Una vez más se ha ganado a la opinión pública -aunque haya sido eliminado- por su sencillez, por el reconocimiento de sus fallos en el partido y, sobre todo, por poner el triunfo o la derrota en el deporte en su sitio: y su sitio es que no es lo más importante en la vida de una persona. Pienso que este comentario vale para no poca situaciones de la vida humana, de la vida cotidiana, necesitada del reconocimiento de los errores personales en vez de echar la culpa a otros, que es la tentación más frecuente. Y vale para algo todavía más importante: para tener paz a pesar de los fracasos, a base de quitar dramatismo a no pocas situaciones en las que nos encontramos.