PAN Y CIRCO

Las cosas bien hechas

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Hace poco menos de un año, al cadismo se le quedó cara de tonto, perdió el rumbo y quiso encontrar un chivo expiatorio en Alicante. Felizmente no han pasado 365 días y la pesadilla ha dado paso a unas jornadas de celebración y desorbitada ilusión ante lo que se avecina. Pero aparcado el autobús de los festejos, y con alguna que otra comilona acomodándose en el estómago, es el momento de la reflexión. Las lanzas se han convertido en pétalos y corresponde quitarse el sombrero ante un excelente trabajo que ha tenido su recompensa. Todo ha partido de una planificación seria. El presidente ha dejado hacer, el secretario técnico ha recogido el envite y el entrenador ha plasmado sobre el césped lo que desde un primer momento quedó claro, que el Cádiz era el mejor de una categoría mediocre. Una competición que sólo despertaba la duda de saber si el equipo estaría a la altura de la circunstancias cuando se tuviera que enfrentar a otro primero de grupo. Y aunque la distancia en el marcador ha sido muy corta, habría que ser muy bobo o muy Iñaki Alonso para no haber visto que los amarillos son un conjunto muy superior a los de Irún. Antonio Muñoz cierra un ejercicio redondo, Peguero ha acertado en lo que se le exigía aunque, a veces (pecado menor), pierda las formas ante un micrófono y Gracia se ha ganado a pulso el reto de foguearse en Segunda. Por el camino quedan ciertas sombras que apuntan a una cantera que, otra temporada más, ha vuelto a pintar muy poco en una entidad a la que se le supone muy necesitada de los frutos de sus secciones inferiores, pero que sigue tirando de talonario para cubrir la carencia de jugadores gaditanos con calidad. Personas hay en los despachos para seguir exigiendo una solución a esta tara. Eso y que el cuerpo técnico acierte por partida doble a la hora de dar bajas y altas en una plantilla que habrá que potenciar.