Editorial

Sarkozy en España

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

L a primera visita de Estado de Sarkozy a España ha despertado expectación no sólo por su inherente protagonismo, sino también por la importancia objetiva que tiene la relación bilateral con Francia, el socio europeo con el que tenemos una asociación más estrecha en los más variados asuntos, desde la lucha contra el terrorismo a la economía o la cultura. El viaje del presidente de la República francesa se produce en un momento de recuperación de su popularidad interna, en el que sus conciudadanos parecen reconocerle su impulso a la labor del G-20, los intentos por coordinar los esfuerzos nacionales para paliar la crisis y la capacidad para garantizar el orden público y reprimir la delincuencia, frente a una oposición que sigue debilitada y dividida. El papel esencial que representa en la relación franco-española el combate contra la violencia terrorista constituye tanto un mandato continuado para apuntalar esa cooperación, como un estímulo para trabajar en otras áreas de interés común en las que dista aún de haber consenso. En el plano internacional no está claro si Francia seguirá apoyando la plena participación de España en el G-20, mientras que ambos países mantienen enfoques contradictorios respecto a Turquía y Kosovo y no acaban de colaborar en dos áreas donde tendría sentido hacerlo como el Magreb y Cuba. Tampoco el europeísmo de Zapatero es mimético con la posición de Sarkozy, quien contempla con recelo a las instituciones supranacionales de Bruselas que puedan impedir su propia personalización de la UE. Y entre los asuntos domésticos, la interconexión eléctrica en los Pirineos sigue sin resolverse. Por ello, la visita de Sarkozy debe constituir una oportunidad para propiciar el avance en esa parte de la agenda común que necesita dedicación y un liderazgo compartido.