Opinion

la gran recesión

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CALLE PORVERA Las comparaciones siempre son odiosas, pero está bien claro que el nombre que ya (al fin) se le ha puesto a esta crisis económica recuerda, y bastante, al crack del 29. Pero con un matiz que es bastante importante: se ha cambiado la palabra «depresión» por «recesión», en un juego de palabras de Paul Volcker (asesor económico de Obama) propio de aquel periodista que bautizó a las tensiones entre el mundo occidental-capitalista y oriental-comunista como «Guerra Fría».

Ya no hay lugar a dudas. Para encontrar algo parecido (que no igual, al menos según la designación que se le ha dado) hay que remontarse varias décadas atrás y a la peor crisis que recuerda el mundo moderno. Si no, que se lo digan a los más de cuatro millones de parados que hay en España y que el otro día, al conocerse el dato, nos escandalizaron a todos. No por mucho esperarlo ha dejado de sorprender, lo mismo que ocurrirá si (y ojalá no sea así) entre este año y el que viene se rebasan los cinco millones.

Y es que están aflorando situaciones que en este Primer Mundo en el que tenemos la suerte (después de todo) de vivir creíamos completamente desterradas, como los numerosos jerezanos que están acudiendo al comedor de El Salvador o a Cáritas y que antes formaban parte del selecto club de la próspera clase media. O la cantidad de embargos que se están produciendo y que seguirán aumentando este año. Mientras tanto, los gobiernos nos piden paciencia, que todo pasará. Pero cuando digan que hemos salido de la crisis, habrá que ver cuánto tiempo se tarda en recuperar el empleo que tan velozmente se ha destruido.