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Mañana se celebra el juicio aplazado por la muerte de los caballos de Domecq

Cádiz Actualizado: Guardar
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- Mañana se celebrará en Toledo el juicio por la muerte de seis caballos de la familia Domecq, ocurrida en junio de 2001 en el término municipal de Ocaña (Toledo), y que fue aplazado el pasado 5 de noviembre por el Juzgado de lo Penal número dos de esta capital.

En este juicio, en el que el fiscal no acusa, se sentarán en el banquillo de los acusados los rejoneadores Manuel Buendía y José Antonio Callejón para quien la acusación particular que ejercen los Domecq solicita tres años de prisión por un delito de daños.

Inicialmente, también estaba acusado José Miguel Callejón, hijo de José Antonio, aunque el juez declaró -a finales de noviembre y a petición del fiscal y de la defensa- extinguida su responsabilidad penal por prescripción del delito, puesto que el escrito de acusación contra el hijo data de 2006 y el delito prescribió tres años después de ocurrir los hechos en 2001.

En el auto dictado por el juez Víctor Rivas, tras la frustrada vista oral del 5 de noviembre, también se anularon las escuchas telefónicas del caso que fueron ordenadas por el Juzgado de Ocaña, nulidad que fue solicitada también por el fiscal y por el abogado de la defensa, Marcos García Montes.

Los hechos ocurrieron el 2 de junio de 2001 cuando los acusados, con el fin de eliminar la competencia que les suponía el también rejoneador Sergio Galán, decidieron eliminar los caballos de éste quemándolos, para lo cual habrían contratado a otras personas, que están en paradero desconocido, aunque se equivocaron de blanco, según el relato que de los hechos hace la familia Domecq.

El día del suceso coincidieron Galán y los hermanos Luis y Antonio Domecq en la corrida que se celebró en la plaza de Las Ventas de Madrid y al terminar los autores del hecho confundieron los vehículos que transportaban los caballos y siguieron por error a los de Domecq durante el viaje de vuelta a su finca de Jerez de la Frontera.

Aprovecharon la parada que hicieron en la localidad de Ocaña para matar a los caballos que creían que eran de Sergio Galán, para lo cual introdujeron por las ventanillas del remolque una sustancia incendiaria que causó la muerte de seis de los animales que resultaron carbonizados, así como gravísimos daños a otros tantos equinos que prácticamente quedaron inservibles para la lidia.