ADELANTE. Los pilotos de la escudería Brawn, Rubens Barrichello y Jenson Button, se convirtieron en los grandes nombres de la sesión de entrenamientos. / EFE
Deportes/Motor

Mandan los teloneros sin Alonso

Brawn lidera la revolución de los secundarios y logra suplantar a Ferrari y McLaren, mientras que el piloto asturiano no cumple con las expectativas y debe conformarse con la décima plaza

| COLPISA. MELBOURNE Actualizado: Guardar
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El orden se ha invertido en la Fórmula Uno. Las nuevas directrices de la FIA sobre cómo fabricar un coche en aras de una presunta igualdad han cicatrizado en una dimensión desconocida. En Australia no mandan Ferrari, McLaren, BMW o Renault, el escalafón dominante en las últimas temporadas. Lo hacen Brawn, Williams o Red Bull. Los habituales teloneros son ahora los nuevos ricos.

La fotografía de la felicidad en la Fórmula Uno 2009 era el box de Brawn, que, a las doce de la mañana australiana, rezumaba jolgorio por doquier. Ya no se apiñaban paneles vacíos, sino unos nuevos y relucientes con la publicidad bien prendida de Virgin. Hasta allí se acercó Richard Branson, el ex hippy trotamundos y ahora sir inglés propietario del sello discográfico y la compañía de viajes, que se ha convertido en el primer soporte económico de la escudería-sensación. «No es cuestión de inversión cara o barata, es cuestión de si Virgin puede ser bueno para el deporte», indicó Branson, que se pasó el día firmando autógrafos como si fuera la reencarnación de John Lennon.

Los Brawn hicieron un doblete en la primera línea de la parrilla que, no por anunciado, dejó de resultar increíble a los ojos de todo el mundo. El equipo destinado a desaparecer ahora manda. Y con él, un séquito que ha suplantado de momento a la tradición: Williams, Red Bull...

En la sesión de clasificación, hay que remontarse al sexto puesto para encontrar a uno de los habituales, Felipe Massa, primer Ferrari en la escalera. El otro, Raikkonen, entró de chiripa entre los diez mejores. Hamilton naufragó con el McLaren, lo mismo que Kovalainen.

El mundo al revés

«Hace un mes, no tenía ni idea de lo que iba a hacer con mi vida y hoy estoy aquí, dando una rueda de prensa», sintetizó Jenson Button, el primer puesto en la parrilla. «Esto va por todos aquellos que no desesperaron ante la perspectiva de quedarse sin trabajo y siguieron activando cada pieza de este coche», brindó Barrichello, segundo.

Sebastián Vettel, tercero y debutante con Red Bull, también mostró su satisfacción: «Estoy sorprendido de lo rápido que me ha adaptado a un coche nuevo. Con todos los cambios que ha habido este año, no lo podía imaginar». Glock y Trulli, de Toyota, fueron descalificados y enviados a las últimas posiciones por utilizar un supuesto alerón flexible.

Decepción fue la de Alonso. Esperaba más y se tuvo que conformar con una insípida décima posición en la parrilla: «Llegué a Australia esperando algo mejor, entrar al menos en el top cinco. No hemos sido rápidos, pero no me desanimo. Tenemos un buen coche y sólo tenemos que introducir mejoras en cada carrera y no dejarlo todo para el final, como el año pasado».

Hamilton, en el pozo

Las peores previsiones de McLaren se van cumpliendo. El equipo ha debutado en el Mundial con graves problemas de aerodinámica, provocados por la nueva reglamentación que impide el uso de ayudas en esa faceta. Los más optimistas decían que sería un éxito terminar entre los doce primeros. Los más pesimistas veían a Hamilton o a Kovalainen cerca del puesto dieciocho. Todo se confirmó. El finlandés terminó duodécimo por la descalificación de los Toyota y Hamilton, decimoctavo (tuvo que sustituir la caja de cambios y paso del 15 al 18): «No tengo ningún plan. Sólo disputaré la carrera e intentaré adelantar a los coches que son más lentos», dijo meditabundo el inglés.