SUEÑO. Las aspiraciones de independencia se complican por la crisis inmobiliaria. / LA VOZ
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«Podéis pedirla, pero será difícil que os la den»

Un pareja se enfrenta a los obstáculos y condiciones de los bancos al intentar contratar una hipoteca

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La vivienda es un bien al que, en teoría, tienen derecho de acceso todos los españoles. Lo dice la Constitución. Sin embargo, la práctica vuelve a ser desesperanzadora y las perspectivas para cualquier pareja que pretenda independizarse o simplemente aquel que quiera su casa son en algunos casos inalcanzables.

Desde que comenzó la crisis, no son los altos precios de la vivienda el principal oponente del mercado, sino las restricciones de las entidades bancarias a la hora de firmar hipotecas. Ni siquiera la estabilidad en el contrato o la presencia de un aval con garantías sirven para equilibrar la balanza a favor de un futuro propietario. Así lo comprobó un periodista de LA VOZ, que se ha acercado a cuatro entidades bancarias de la provincia con un objetivo claro: lograr una hipoteca.

El periplo se convierte en toda una odisea. Aunque la experiencia sirve para comprobar cómo los criterios de admisión de solicitudes son ahora muchos más severos que en años anteriores. Al menos, la atención sigue siendo amable porque la profesionalidad de los que atienden a los bancos no tiene por qué estar también en crisis.

En la primera impresión, las entidades bancarias no ponen muchas pegas a iniciar los trámites de la hipoteca y exponen las condiciones como un escollo que «se pueden salvar», incluso si se supera el endeudamiento del 40%.

Los comerciales de las distintas sucursales visitadas recuerdan que el baremo fundamental para saber si se puede recibir una hipoteca es averiguar si «el pago de las cuotas se llevarán más 40% del salario de los titulares de la hipoteca». Es decir, para una pareja con ingresos de 2.000 euros, el máximo a lo que se aspira a pagar son en torno a 735. Cualquier cantidad que supere esta mensualidad será rechazada y es entonces cuando llega la desilusión de aquellas personas que tienen la osadía de intentar independizarse en plena recesión económica, pues por «esta mensualidad sólo puedes aspirar a unos 120.000 euros de hipoteca».

No hace tanto, personas con un sueldo estable de 1.000 euros contrataban hipotecas de 180.000 euros con unas mensualidades de casi 900. Son los que, en las escaladas del Euríbor, han resultado más asfixiados. Hoy día, conseguir préstamos con estas condiciones resulta en la práctica casi imposible... ¿o no?

«Podéis intentar contratarla, porque ambos estáis muy cerca del límite», afirma el director de una entidad, dando esperanzas al periodista, cuyo nivel de morosidad supera el 45% de su salario y el de su pareja, dedicado sólo a pagar la hipoteca. «Aunque puede resultar complicado que te la den», concluye el director. Y la esperanza desaparece.

Las entidades bancarias imponen actualmente un tipo de interés fijo del 5% en la apertura de la hipoteca, de forma que se mantendrá «estable -a salvo de los vaivenes del Euríbor- hasta que se realice la revisión de la misma», en algunos casos, hasta los seis meses y en otros, durante un año.

Sin embargo, ahora que el Euríbor se encuentra en mínimos históricos, la panacea del tipo fijo, más que una ventaja, puede convertirse en un problema. Las entidades bancarias le dan un consejo al periodista: «Yo en vuestro lugar esperaría algunos meses, pues la tendencia de los tipos es ahora a la baja y pueden colocarse en un 4% o incluso un 3%. No es seguro, pero ahora mismo es lo mejor que podéis hacer».

Variable y con extras

Al cabo del año, cuando la hipoteca cambie a interés variable, «todo dependerá del Euríbor» explican. Y para no asustar al cliente, proponen toda «una serie de ventajas» que dependerán, no obstante, de los servicios adicionales que contratemos en la entidad. Es aquí cuando entran los extras: por ejemplo, ofrecen la posibilidad de sumar al Euríbor sólo un 0,75 de diferencial, si tenemos domiciliada la nómina, si contratamos el seguro del hogar, uno de vida, si sacamos una tarjeta de crédito con un uso anual de unos 3.000 euros y un fondo de inversión o plan de pensiones con un saldo medio de 4.000 euros. Si no -advierten- el diferencial se dispara y al temido indicador financiero habría que sumarle hasta un dos puntos más.