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El gran día de 'Pe'

La actriz hace historia con su Oscar en una edición en la que arrasa 'Slumdog Millionaire', el film revelación de Danny Boyle

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En el año del viaje improbable de Obama hasta la Casa Blanca, una película independiente rodada con niños de chabolas le ha dado jaque mate a los estudios de Hollywood. Una actriz de 34 años criada en un barrio obrero de Madrid se ha convertido en la primera intérprete española en llevarse un Oscar, el de mejor actriz de reparto, por Vicky Cristina Barcelona.

«Crecí en un lugar llamado Alcobendas, donde esto no era un sueño muy realista», contó emocionada Penélope Cruz a una audiencia que nunca había oído hablar de semejante lugar. Entonces se quedaba despierta hasta el amanecer para ver la ceremonia de los Oscar. El domingo también lo hizo, pero para descargar la tensión en las fiestas de Vanity Fair y de Madonna, donde fue una de las grandes protagonistas de la noche. A Kate Winslet le había costado seis nominaciones llevarse el Oscar a la mejor actriz, para el que estuvo ensayando desde pequeña en el cuarto de baño. «¿Pero hoy esto no es el bote de champú!», gritó entusiasmada. Su papel en El lector ha hecho su sueño realidad, como una infranqueable verduga nazi que se echa por amante a un adolescente. El hombre que ha movido los hilos para que la magia triunfe en la fábrica de sueños es el productor Harvey Weinstein, que decidió matar un papel más memorable de la actriz en Revolutionary Road para que Winslet pudiera competir en una categoría diferente a la de Cruz y así convertir a ambas en princesas. Mano a mano habían estado también Sean Penn y Mickey Rourke, sólo que éste último no tuvo la misma suerte. Penn se llevó su segundo Oscar por Mi nombre es Harvey Milk y pudo pedir la igualdad para los homosexuales, mientras que su «hermano», que ha resucitado en el cine como el hijo pródigo, se quedó con ese mismo aire de grandullón desamparado que tiene en El luchador.

Remedios para dormir

Después de años de divorcios, excesos y malas decisiones que han dejado irreconocible al sex symbol de 9 semanas y media, Rourke perdió la semana pasada a su compañera de los últimos 17 años, su chihuahua. «Dije que prefería tener a Loki dos años más que un Oscar», contó en la alfombra roja, del brazo de una rubia que era su publicista. Esa noche se fue a casa sin los dos. Durante los intermedios le reprendieron varias veces y le mandaron de vuelta a su asiento.

Cada uno manejaba los nervios como podía. Cruz llevaba semanas a base de remedios homeopáticos para dormir, y cuando al fin se llevó el primer premio de la noche se escondió en un pasillo y se pasó quince minutos llorando. «Lo necesitaba para seguir con la noche, esto ha sido muy fuerte para mí».

En lugar de la fórmula tradicional de elegir al mejor actor de reparto del año anterior para entregar el premio a su alter ego femenina, el honor le tocó a la galardonada del año pasado Tilda Swinton (por Michael Clayton), que estuvo flanqueada por otras cuatro predecesoras: Anjelica Houston, Whoopi Goldberg, Eva Marie Saint y Goldie Hawn. «El corazón me iba a mil por hora», contó Penélope Cruz. «Cuando Tilda Swinton me ha mirado antes de decir mi nombre pensaba que me iba a caer redonda».

A la actriz española le hacía ilusión que el año pasado el primer actor español en ganarlo fuera Javier Bardem. «Este año lo he ganado yo, y los dos empezamos nuestra carrera a la vez con Jamón, jamón. Yo tenía 16 años y él 21. Es una casualidad increíble». Su vida, dijo, «ha estado llena de grandes casualidades».Una de las pocas cosas que estaba dispuesta a confesar ante los micrófonos era la del vestido que Pierre Balmain diseñó hace 60 años. «Lo vi hace ocho años en una tienda llamada Lily y me enamoré de él. Me dije que algún día volvería. Lo hice la semana pasada y todavía seguía allí y me quedaba bien».

Chelista desempleado

El vestido de color hueso en tul y encajes lo complementaba nada más ni nada menos que con un collar de diamantes, e iba a tono con el estilo de princesas virginales con aires de bailarinas que ayer se impuso en la alfombra roja. Compuestos y con aires de esfinge se quedaron Brad Pitt y Anjelina Jolie, ambos nominados en una noche que no era para celebridades de su talla sino para épicas y decisiones salomónicas.

Lo que los miembros de la Academia fueron incapaces de resolver fue el duelo de la categoría a mejor película extranjera, donde el voto se había dividido entre las dos favoritas: La clase, una producción francesa sobre estudiantes inmigrantes en París, y Vals con Bashir, una confesión israelí sobre las masacres de palestinos en los campamentos de refugiados del Líbano. En decisión salomónica que sorprendió hasta al propio director, el premio recayó sobre la japonesa Departures, donde un chelista desempleado acaba trabajando por error en una casa de embalsamar cadáveres. «Gracias a la Academia por creer en la magia», dijo el equilibrista francés Philippe Petite, que protagoniza el documental ganador Man on Wire.