Opinion

Bolivia

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Leí con estupor los comentarios de algunos de los más prestigiosos medios sobre las elecciones de Bolivia, en las que el presidente Evo Morales proponía una Constitución que reconoce los derechos de los indígenas equiparándolos a los de los blancos, es decir, a los de los descendientes de los colonizadores. Todos los medios a los que me refiero, incluidas muchas televisiones, dieron muy poca importancia al voto positivo, que alcanzó el 61%, y pregonaban en titulares el fracaso del presidente en ciertas provincias ricas (para una minoría de terratenientes, se entiende, donde los indígenas por ley no pueden ser otra cosa que mano de obra). Hacían hincapié también en que el país había quedado dividido, una afirmación que emanaba, decían, de los resultados de las elecciones. Vamos a ver. En España la Constitución se impuso por el 58% de los votos y en cambio esos mismos medios pregonan llenos de orgullo que nuestra transición fue modélica. Nadie que yo sepa habló entonces de país dividido. Ahora sí, pero no por el triunfo de la Constitución.

Pero hay más. El tonillo de descalabro con que se ha tratado la cuestión da a entender que por supuesto ha sido un gran error pretender que los indígenas tuvieran los mismos derechos que los blancos. ¿A santo de qué?, venían a decir. ¿No se ha regido siempre Bolivia por esta marginación, los ricos mandando y los indígenas obedeciendo? ¿Pues por qué de pronto darle a esta gente un caudal de derechos con los que no sabrán siquiera qué hacer? ¿Es esto lo que dicen los comentarios o hay algo más que les molesta? Tal vez sea que como descendientes de colonizadores seguimos defendiendo el papel de nuestra raza frente a las que desbancamos, y lo hacemos con total naturalidad.