PAN Y CIRCO

Sosiego

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egún la mayoría de los comentaristas deportivos, los trastornos que, desde hace varias jornadas, aquejan al equipo amarillo, no pertenecen a la preparación física ni a los planteamientos tácticos y estratégicos. Algunos críticos llegan incluso a afirmar que los resultados positivos cosechados en los últimos minutos se deben, además de a la fortuna, a las escasas muestras de cansancio que la mayoría de los futbolistas manifiestan. Todos sabemos, además, que tanto los planteamientos como la alineación han sido los mismos con las que, a lo largo de la mayor parte de la primera vuelta, han ofrecido un juego y unos resultados positivos. Es posible que este bache se deba a razones psicológicas determinadas por el vértigo que les produce la notable distancia que separa al equipo de sus inmediatos perseguidores o, por el contrario, al temor de que el globo -algo pinchado- empiece a perder altura. En mi opinión, éste es el momento adecuado para que Javi Gracia, más que con palabras, con movimientos controlados, con expresiones sobrias y con tonos mesurados transmita a los jugadores unos mensajes tranquilizadores con el fin de que, con trabajo y humildad, resuelvan los próximos partidos. Los entrenadores -los buenos entrenadores- igual que los maestros -los buenos maestros- no sólo proporcionan a los jugadores sus conocimientos técnicos, sino que, además, les contagian sus actitudes positivas tanto ante las circunstancias favorables como ante las ineludibles adversidades que ofrece cada uno de los encuentros. Pero, además, hemos de ser conscientes de que el entrenador no puede disipar esa vaga incertidumbre y esa esencial inseguridad que, como la vida, presenta cada partido ya que, como es sabido, es siempre diferente a todos los demás. Por muy escasa que sea nuestra experiencia futbolística, todos sabemos que el recuerdo del último triunfo sólo dura una semana y que la liga está formada por una serie de encuentros sin conexión ni parecido entre ellos.