Los de siempre

legan como el turrón, siempre en Navidad. Aunque bien pensado, suelen tener el don de la oportunidad y aparecen también en las vacaciones de verano, en los puentes festivos Son los rebeldes pilotos de Iberia. La verdad es que trastornar, bloquear o colapsar un medio de transporte como el aéreo es una medida de presión formidable. Joder a miles de ciudadanos en sus vacaciones familiares es una acción muy honrosa ¿verdad? «¿¿¿Pero es que no estamos en huelga!!!», se defienden los santos pilotos. Y la compañía, en su descargo, habla de celo, de cumplir escrupulosa y rigurosamente el convenio. Si esto es así, si los señores pilotos se limitan a cumplir con su normativa laboral a rajatabla está claro que la empresa debe cambiarla. En cualquier caso, se trate o no de una huelga de celo, asistimos a una protesta encubierta que se traduce en perjuicios a los usuarios. Y esto es inaceptable e imperdonable. No se puede tolerar que en un país supuestamente desarrollado un colectivo profesional consiga poner patas arriba un medio de transporte tan importante como el aéreo. El menoscabo en el prestigio de la aerolínea es evidente. Pero más allá de eso, está el desprecio a los ciudadanos que sufren los desaires de unos pilotos que tienen la sartén por el mango, mejor dicho, el avión por los mandos. Si a lo de los pilotos sumamos además, la repentina enfermedad de hasta ocho controladores aéreos tenemos el caos total en un aeropuerto internacional de primer orden. AENA, en este caso el Gobierno, no puede permitir que ocurran incidentes como éste. Y la compañía tampoco debería tolerar los desmanes de sus trabajadores. Me gustaría conocer al detalle qué reivindican esta vez los pilotos. Si supiéramos con certeza de qué se quejan quizá podamos "simpatizar" un poco con ellos. Aunque creo que estos trabajadores de altos vuelos disfrutan de un convenio que más que simpatía nos provocaría envidia.