VUELTA DE HOJA

Manual de náufragos

Todos los finales de año nos da por lo mismo: por haber balance, como si no tuviéramos mejores cosas que hacer. No se lo recomiendo a nadie. El mundo continúa su camino de imperfección. Los escenarios de la Historia Sagrada están que arden. Israel prepara la guerra total contra Hamás mientras Palestina quiere una tercera Intifada.

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La ONU exige el «cese inmediato» de la violencia, cómo si pudiera exigir algo, y Raúl Castro, el hermano del muerto viviente, pide a los cubanos «más austeridad», como si los cubanos pudieran ser todavía más austeros.

En cuanto a nosotros, estamos preocupados por resolver el expediente, sobre todo el expediente de regulación de empleo que llega a muchas empresas. Algunos economistas proponen la solución para el año que empieza: «trabajar más y ganar menos», pero la oferta no ha provocado un entusiasmo indescriptible. Al menos no ha hecho que nadie dé saltos de alegría, no sea que además de romperse su contrato de trabajo se rompan una pierna.

Debemos elaborar cada uno el suyo, nuestro Manual de perfecto náufrago. Lo peor es caer en la tristeza, que algunos teólogos medievales consideraron pecado, a pesar de que en aquel entonces no se hablaba de Euríbor. Hay que huir de la brumosa tristeza, aunque ella siga nuestro rastro. La crisis será «cruel, brutal y larga», en opinión del último Nobel de Economía. El único que le lleva la contraria es nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, que según algunos no es menos sabio, pero está peor informado.

En mi vida me he atrevido a aconsejar a nadie, a pesar de ser un náufrago. Creo que lo mejor es no hacer balance y mirar para el frente. Lo tengo dicho: es mala cosa hacer balance. Pelillos a la mar.