ÉXITO. El ciclo está especialmente dirigido a los más pequeños. / L. V.
Cultura

Once cuentos de Navidad

El Museo contará las historias que se esconden tras algunas de sus piezas más curiosas en un programa de actividades especiales para las próximas fiestas

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Los objetos no tienen vida, pero han vivido, muy de cerca, la vida de otros. Algunas de sus historias hablan de pasiones ocultas, sueños o traiciones. Otras sirven para evocar tiempos de leyenda, épocas pasadas que laten detrás de cada lienzo, en el poso de un vaso o en el fondo oscuro de cualquier ánfora. Una provincia con tanta historia arrumbada, de las pocas que puede presumir de haber ejercido durante algún que otro tedioso milenio de frontera del mundo cartografiado, guarda una herencia material que puede transmitirse a los ciudadanos del siglo XXI de muchas maneras.

El Museo Provincial, de cara a las próximas fiestas, ha decidido hacerlo mediante una fórmula original y divulgativa. Cuentos de Navidad, que comenzará el próximo día 6, pretende hacer llegar la historia a los más pequeños a través de relatos inspirados en once de sus obras más representativas. Cada sesión será llevada a cabo por un narrador que, en determinados momentos, contará con el apoyo de un actor. El intérprete intervendrá en determinados pasajes del cuento para reforzar la narración y facilitar la comprensión del significado de la obra.

La delegada provincial de Cultura, Yolanda Peinado, explicó ayer, durante la presentación del ciclo, que el objetivo primordial del programa es «llamar la atención de los adultos, para que traigan a sus hijos, nietos y sobrinos, y compartan con ellos esta actividad».

Además, el calendario incluye visitas teatralizadas y una nueva sesión de La pieza del mes. Será el Ánfora greco-itálica de cristal de roca procedente de la alle Escalzos de Cádiz. El arqueólogo Francisco Blanco será el encargado de explicar esta pieza, un singular objeto de la colección del Museo, que formaba parte de un rico ajuar funerario datado en el siglo primero después de nuestra Era.

Se trata de una pequeña jarrita de cristal de roca que apareció junto a otras piezas del mismo material, además de caracolas, objetos de ámbar, un espejo tocador o una redecilla de oro para el pelo, entre otros. «Tenemos que aprovechar las vacaciones navideñas para atraer a las familias al Mueso de Cádiz», afirmó la delegada, que insistió en que «gracias a estas iniciativas podremos descubrirles de una forma distinta todas las bellezas artísticas e históricas que guarda».